De acuerdo al Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés), es un hecho mesurable que el terrorismo doméstico está cada vez más motivado por la ideología supremacista blanca y además, es un computo en sí mismo que han muerto más estadounidenses debido a eventos terroristas nacionales que en ataques de tenor internacional en conteo que va desde el 11 de septiembre de 2001.
La masacre de El Paso, Texas, unida al asesinato en masa de Dyton, Ohio, son dos claras señales de que el enemigo está en casa, se halla psicológicamente perturbado y se encuentra dotado de un arsenal intelectual basura con el que justifica el semillero violento que pretende reproducir y que usa a las plataformas sociales como granjas de odio.
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Desde luego que va a ser sumamente importante que se identifique positivamente a Patrick Crusius como el autor del manifiesto colgado en el portal 8chan, minutos antes de que apagara las vidas de al menos 22 personas en un centro comercial Walmart el pasado sábado.
Sin embargo, más interesante será conocer los detalles que como excusa darán por su “inacción” los investigadores del FBI, que desde hace años conocen que los terroristas domésticos siguen radicalizándose en las plataformas sociales, donde se alinean con otros extremistas, encuentran inspiración y los recursos necesarios para actuar.
A la fecha el manifiesto “La verdad incómoda”, documento que si guarda relación con el asesino Patrick Crusius agravaría “sus pecados”, no solo es importante porque coincida o no con el discurso de Trump o porque especifique como “objetivos” a hispanos, judíos o musulmanes. La real importancia del manifiesto está en que revelaría una “robusta organicidad” de un “grupo supremacista global”, conectado a internet, con ideólogos comunes como Renaud Camus y objetivos muy claros como superar en “eficacia y audiencia” el asesinato en masa de musulmanes en dos mezquitas de Nueva Zelanda ocurrida en marzo, en el que perdieron la vida 51 personas.
El Senado ha estado pendiente
La burocracia siempre será una piedra en el zapato. Esa imaginamos podría ser la opinión de los senadores Ron Johnson, republicano de Wisconsin y Gary Peters, demócrata de Michichgan, presidente y miembro de mayor rango respectivamente del Comité Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales.
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Los congresistas preocupados ante la ola de ataques domésticos mortales, solicitaron al FBI en mayo de este año por intermedio de una misiva, que el buró informara sobre cómo rastrear, categorizar y compartir información relacionada con el terrorismo y las amenazas nacionales.

La carta no ha sido respondida aún y una nueva esquela recién ha salido a las oficinas del director del FBI, Christopher Wray, y del fiscal general William Barr, en la que los mismos legisladores precisan que “estos continuos ataques masivos dejan claro que el gobierno federal tiene más trabajo que hacer para prevenir el terrorismo doméstico”.
Añadieron que les preocupa que el FBI y el Departamento de Justicia “no hayan podido rastrear con precisión los datos sobre el terrorismo nacional y que la policía federal haya tardado en responder a las cambiantes amenazas nacionales”.