Phoenix es la ciudad más mortífera por calor de Estados Unidos. La capital de Arizona se encuentra en las puertas del desierto de Sonora, y al combinar el innegable cambio climático, el resultado es caótico.
«Estamos en medio del desierto y en un desierto siempre hace calor, pero el efecto isla urbana lo hace aún peor», dijo a BBC Mundo Melissa Guardaro, investigadora de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Estatal de Arizona y experta en políticas para la mitigación y adaptación al calor extremo.
El calor mata a más estadounidenses que cualquier otra catástrofe meteorológica y la crisis climática ha hecho que estos fenómenos extremos sean peores. Las muertes por calor han superado a las de los huracanes en la última década, según los datos del Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés).
Un estudio reciente de la Universidad de California en San Diego, reveló que los sitios de bajos ingresos y las comunidades con una elevada población negra, hispana y asiática sufren mucho más calor que los barrios más ricos y predominantemente blancos.
La investigación analizó 108 ciudades de EE.UU. y descubrió que el 94% de los barrios históricamente censurados son desproporcionadamente más calurosos que otras zonas de la misma ciudad. ¿Por qué sucede? Las zonas con mucho asfalto, edificios y autopistas tienden a absorber una cantidad importante de energía solar y a emitirla en forma de calor. Las zonas con espacios verdes como parques, ríos, calles arboladas, absorben y emiten menos calor.
Puedes leer: EE.UU. elimina política que obliga a solicitantes de asilo esperar en México
Pero volviendo a Phoenix, en el condado de Maricopa, las personas sin hogar representan la mayor parte de las muertes relacionadas con el calor, según David Hondula, jefe de calor de Phoenix que fue nombrado a finales del verano boreal pasado.
Phoenix cuenta con 1,6 millones de habitantes, hasta 4,4 millones en su área metropolitana, y para la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), la temperatura media del aire en una urbe de más de un millón de habitantes, puede ser de 1 a 12 °C más elevada que en una zona menos urbanizada de los alrededores.
Según NWS la temperatura media de julio en Phoenix fue de 34,9 °C (94,8 °F) y la máxima de 41,2 °C (106,2 °F). Este año la primera ola de calor extremo de Phoenix se registró en junio, con temperaturas máximas de 110 °F (más de 43 °C) durante cuatro días consecutivos y varios récords diarios rotos.
Adicionalmente, las llamadas al 911 relacionadas con el calor han aumentado un 34 % desde 2020.
En lo que va del verano, casi la mitad de los EE. UU. ha estado bajo una advertencia de calor en un momento u otro, con temperaturas diurnas récord desde el noroeste del Pacífico hasta Kansas y Oklahoma en el medio oeste hasta Texas y Phoenix en el sur y Nueva Inglaterra y Filadelfia. en el este.
Julio el mes más cálido
Julio fue uno de los tres meses más cálidos en el mundo desde que hay registros (1991-2020) y el sexto más cálido en Europa.
Además, la reducción de la extensión de hielo marino tanto en la Antártida como en el Ártico continúan con registros de 7% y 4% menos, respectivamente.
Según un comunicado del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), implementado por el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo (CEPMPM), en nombre de la Comisión Europea y con financiación de la Unión Europea, el pasado mes de julio fue uno de los tres más cálidos registrados. Se registró cerca de 0,4 ºC por encima del periodo de referencia que abarca de 1991 a 2020, solo superado por el del mismo mes de 2019 y 2016.
El calor excesivo puede exacerbar las condiciones médicas crónicas como la diabetes, las enfermedades cardíacas y el asma, mientras que algunos medicamentos pueden elevar el riesgo de sufrir enfermedades causadas por el calor.