Hoy día las expresiones con palabras son más comunes que con gestos, especialmente en tiempos de pandemia. Pero esto no significa que los abrazos carezcan de valor.
Dar abrazos a otros trae felicidad y es muy importante que los niños los reciban pues trae consigo importantes consecuencias a nivel físico y, sobre todo, emocional y psicológico.
Trae consigo una sensación placentera, genera calma y bienestar; otorga la convicción de poder hacer frente a todas las preocupaciones de la vida.
También añade seguridad, tranquilidad, contención y amor en edades tempranas del niño e incrementa la autoestima de los niños porque aporta las fuerzas necesarias para enfrentar de forma eficiente los momentos dolorosos y estresantes de la vida.
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Los abrazos generan una sensación de protección y seguridad en los niños, esto les ayuda a tener más confianza en sí mismos.
Genera niños más felices, activan las endorfinas, responsables de aumentar la sensación de alegría y plenitud y disminuir la de ansiedad o tristeza.
Ahora hay que tener en cuenta ciertas normas para estar seguros de la COVID-19, guardar distancia es la más importante.
Pero los niños pueden recibir más abrazos de sus padres o de quienes convivan con ellos bajo el mismo techo.
Es una opción ideal para llevar tranquilidad ante tanta incertidumbre.
Cuando los niños reciben afecto de sus padres desde una edad muy temprana es más probable que tengan una mayor capacidad de recuperación, mejores calificaciones y mejores relaciones entre padres e hijos en la edad adulta, señalan algunas investigaciones.