Un informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), revela que 152 millones de menores de edad se ven obligados a trabajar en el mundo y que la crisis económica generada por la propagación del coronavirus podría revertir el progreso conseguido para controlar este flagelo en los últimos 20 años.
“En tiempos de crisis, el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias”, advirtió la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, al referirse a este fenómeno producto de factores como la pobreza, la falta de oportunidades para adultos y adolescentes, migración, discriminación y ahora la crisis sanitaria mundial a raíz de la propagación de la COVID-19.
Este año, el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, conmemorado por la OIT cada 12 de junio desde 2002, se centra en el impacto económico y laboral que tiene la pandemia en la vida de millones personas y, en consecuencia, en el aumento del número de menores de edad que se ven obligados a trabajar.
En América Latina, epicentro creciente de la COVID-19, se enfrenta hoy no solo a los estragos económicos y de pérdidas humanas que deja el virus sino también a la amenaza de que la pandemia empeore la enfermedad social llamada trabajo infantil.
Millones de niños corren el riesgo de tener que realizar trabajo infantil como consecuencia de la crisis de #COVID19, lo que podría propiciar un aumento del trabajo infantil por primera vez tras 20 años de avances. #12J #SinTrabajoInfantil #NOChildLabour https://t.co/lgEVy26yyh
— OIT (@OITnoticias) June 12, 2020
En esta región, según cálculos entregados por Unicef, se estima que hay 17,4 millones de niños y niñas trabajadores, cifra que equivale al 16 % del total de menores que viven en esta parte del mundo.
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Los pequeños, algunos de los cuales no alcanzan la mayoría de edad víctimas del maltrato, abuso sexual o de las deplorables condicionales laborales a las que son sometidos, se desempeñan principalmente como sirvientes, agricultores, comerciantes, mineros, recolectores de basura o pescadores.
A esta preocupante situación se suma el nefasto panorama que dejará el coronavirus. Unicef y Save The Children alertan que unos 16 millones más de niños latinoamericanos podrían vivir en la pobreza cuando termine el 2020 si los Gobiernos no hacen ya lo que les corresponde.
La recesión hará que los menores de edad sean más explotados como mano de obra y en el caso de las niñas, que cumplan más funciones domésticas. Además, habrá un aumento tanto del desempleo como del trabajo informal, así como deficiencias en los sistemas de protección social entre otras consecuencias.
En América Latina, el trabajo infantil es la consecuencia de un elevado índice de informalidad en la economía. Además, el alto flujo migratorio que existe en la región, especialmente en Centroamérica y Venezuela, elevará muy seguramente el porcentaje de niños y niñas trabajadores.