Desde hace pocas semanas la prensa mundial fija su mirada en Mar-A-Lago, el opulento club privado y residencia de 20 acres situado en la isla de Palm Beach, Florida.
Más allá de las razones que condujeron al FBI a allanar la exclusiva vivienda propiedad del expresidente Donald Trump, la gente se pregunta qué hace tan atractiva esa estancia. La realidad es que Mar-a-Lago desde su construcción ha estado rodeada de historia e intrigas.
“Esta isla siempre ha sido para gente multimillonaria que tiene dinero sin fin. La mayoría de sus habitantes vive de las herencias de sus acaudaladas familias”, explicó a ICON Design, Laurence Leamer, residente de Palm Beach, cronista y escritor.
En 1914 Marjorie Merriweather Post heredó una fortuna de su padre al recibir Postum Cereal Company convirtiéndose así en la mujer más rica de Estados Unidos. Entre los bienes adquiridos se encontraba la gigantesca mansión de Palm Beach. En 1927 la terminó de construir.
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Tras su muerte en 1973, la filántropa mujer legó su hogar de 126 habitaciones al gobierno de Estados Unidos con la intención de que se usara como un lugar de retiro por su clima cálido. Pero en 1981 el Gobierno devolvió Mar-a-Lago, que había sido declarado Monumento Histórico Nacional un año antes, a la Fundación Post. Alegaron su alto costo anual de mantenimiento de un millón de dólares.
En 1985 Donald Trump adquirió la propiedad a la Fundación Post. Se dice que la primera oferta de 28 millones de dólares realizada por el magnate neoyorquino fue rechazada, pero después el mercado se desplomó y terminó por comprar la casa por un precio de 5 millones de dólares, más otros tres millones por las antigüedades y muebles de la fallecida mujer.
Extravagante club privado
Trump convirtió a Mar-a-Lago en un club privado en 1995 y construyó un salón de baile de 20.000 pies cuadrados. Cuando el exmandatario está en la residencia, él y su familia se quedan en un ala privada de la casa.
Sin embargo, Trump y sus vecinos no siempre han estado en las buenas. Diversas han sido las peleas y demandas contra las autoridades de Palm Beach. Ha luchado contra esa ciudad por el tamaño de su bandera estadounidense. La original, instalado en 2006, estaba en un poste de 80 pies, aunque las ordenanzas prohíben que los postes de bandera tengan una altura superior a los 42 pies.
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Se asegura que Trump durante su mandato se sintió más cómodo en Mar-a-Lago que en cualquier otro lugar. Sin duda lo prefiere a la Casa Blanca. Allí podía relajarse sin estar sujeto a los estrictos protocolos. A él le gusta llamar a su propiedad la Casa Blanca de Invierno.
La revista Vanity Fair describe a Mar-a-Lago como fastuoso e impresionante. Para ser miembro del club se deben pagar 100.000 dólares de inscripción y otros 4.000 anuales.
Allí todo el lujo y confort con acabados en oro. El extravagante club puede alquilarse para bodas y otros eventos, pero de momento es mejor esperar.