En lo que significarán sus segundos Juegos Olímpicos, la boxeadora dominicana María Altagracia Moronta Hernández competirá en París 2024 y lo hace convencida de que asumir ese deporte desde que era una adolescente fue la mejor decisión de su vida, ya que pertenece a la selección nacional de su país y pudo abandonar la venta callejera de huevos hervidos.
Nacida y criada en una comunidad donde las oportunidades para las mujeres en el deporte eran limitadas, halló en el boxeo una forma de superar los infortunios, y la travesía no ha sido fácil pues ha tenido que encarar desafíos tanto dentro como fuera del cuadrilátero. Sin embargo, su determinación y amor por el deporte la llevaron a alcanzar metas que antes parecían inalcanzables.
Moronta, boxeadora de los 66 kilos, confía en que en esta oportunidad, con más experiencia y menos nerviosismo, pueda avanzar en la cita parisina donde espera resultados diferentes a los de Tokio 2020, donde ganó su primera pelea, pero perdió la siguiente.

“Soy la mayor de cuatro hermanos y desde niña me tocó defenderlos en las calles, peleaba mucho y jugaba pelota (béisbol), pero un día vi a un hombre con dos guantes de boxeo colgados sobre su cuello y le dije que me gustaría ir a su escuela y ahí empezó todo”, le dijo la deportista de 27 años en una entrevista con agencias internacionales de noticias.
María Moronta nació en el sector El Hoyo de la barriada de Herrera, en el municipio de Santo Domingo Oeste, donde la pobreza la obligó a vender huevos hervidos junto a sus hermanos para poder comer “al menos dos veces al día”.
Todos los hermanos realizaban el trabajo en la estación de autobuses y automóviles del transporte público, ubicada en la autopista Duarte, que conecta a Santo Domingo con las regiones central y norte del país.
Su padre murió cuando los cuatro hermanos eran muy niños y su madre debió mudarse a un barrio aún más deprimido, hasta que un día el Gobierno dominicano les entregó uno de los apartamentos de bajo costo construidos para entregarlos a los habitantes del vulnerable lugar.
La boxeadora no permaneció mucho en su nuevo hogar debido a “diferencias” con su madre, quien se negaba a que abandonara su trabajo de venta de huevos para irse a practicar boxeo en las instalaciones del Centro Olímpico de la capital, donde se encuentran el gimnasio y el hospedaje para las boxeadoras.
Moronta dice que no teme a las boxeadoras con las que se enfrentará en los Juegos Olímpicos y consideró que lo que debe hacer es mejorar su defensa y “tirar pa’lante”.
La dominicana logró su boleto a los Juegos Olímpicos durante el Campeonato Mundial que se celebró en marzo pasado en Busto Arsizio, Italia. Fue la única de ocho boxeadores de su país que se hizo con un boleto a París 2024.
En el camino superó a una peleadora de Armenia, a una mexicana y una tercera de Uzbekistán. Es la primera pugilista dominicana en lograr su pase a unas Olimpiadas tras disputar un campeonato mundial.
“No me veo en el boxeo a largo plazo, creo que con otro ciclo olímpico estaría bien para mí. Estoy terminando el bachillerato y quiero estudiar educación física en la universidad”, comentó Moronta, quien aspira a ser propietaria de un gimnasio, no de boxeo sino convencional.
Ella cree que aún “no tiene los méritos” para solicitar al Estado que le otorgue una vivienda como se acostumbra en República Dominicana con los atletas medallistas, además de la entrega de premios en metálico.
“Mi primer viaje fuera del país fue a Guatemala y allí gane una medalla de plata. Al regresar me retiré, porque vi que esto era (el boxeo) muy fuerte, pero después me dije tienes que volver, siempre has hecho boxeo”, expresó en alusión a sus peleas callejeras.
Otros dos pugilistas dominicanos en las Olimpiadas son Yunior Alcántara (51 kilos), que logró su pase al ganar el oro en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023 y Cristian Pinales (80 kilos) que lo hizo recientemente en el último clasificatorio mundial celebrado en Tailandia.
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“En los Juegos Olímpicos no se puede perder la concentración (…) tienes de frente a las mejores del mundo y como estoy en ese grupo he debido responder a ese nivel. Confío en mis habilidades, en mi entrenador, pero sobre todo en Dios, ya veremos”, manifestó.