Doscientos cuarenta y cinco años han trascurrido desde que Trece Colonias de lo que después sería EEUU se independizaron del Reino de Gran Bretaña. Mucha agua ha corrido bajo el puente de aquel 4 de julio de 1776. El balance neto habla de una nación que destaca por su poderío militar. Su reputación como potencia económica mundial es incuestionable. Pero más allá de sus fortalezas ha sido incapaz de sostener a lo interno una férrea unidad nacional. “EEUU siempre ha sido frágil”, opinan. ¿Y qué de su democracia? La verdad es bisoña. Apenas tiene unos 60 años. El verdadero éxito de los 50 estados ha sido su impecable mercadeo como una nación modelo para el mundo.
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Quienes lloran la fragilidad de la democracia estadounidense son unos exagerados. Al menos así opina Alasdair S. Roberts. Él es Director de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Massachusetts Amherst. El asalto al Capitolio se ha tomado como un inédito cuando no lo es. Además su ocurrencia no traduce que la democracia estadounidense se ha vuelto nueva y peligrosamente frágil.
“La democracia estadounidense siempre ha sido frágil”, comentó el catedrático. “Y podría ser más preciso diagnosticar a Estados Unidos como una unión frágil en lugar de una democracia frágil. Como dijo el presidente Joe Biden en su discurso de investidura, la unidad nacional es “la más esquiva de las cosas”.
Tierra de conspiraciones
No hay nada nuevo bajo el sol estadounidense. Rebeliones, magnicidios, conspiraciones, segregación racial. La palabra democracia podría ser solo prístina para los estadounidenses desde 1960 para acá. Al menos eso piensa el Director universitario.
“Ciertamente, la fe en la democracia estadounidense se ha visto maltratada en el último año. Las encuestas muestran que 1 de cada 4 no reconoce a Joe Biden como ganador de las elecciones de 2020. El giro hacia la violencia en el Capitolio fue un inquietante ataque a un importante símbolo de la democracia estadounidense”.

Según la óptica de Roberts desde la perspectiva del 4 de julio con punto de fuga en nuestros días, EEUU siempre ha sido frágil. “Se parece mucho a las demás democracias del mundo que están en apuros”. Es una apreciación que contradice a un país que insiste en presentarse al mundo como “excepcional”.
Desde luego la tesis del profesor recae en cuatro pilares de comprobación. Primero, “Estados Unidos sigue trabajando para consolidar sus ideales democráticos”, que son relativamente nuevos. De seguido, “la violencia política no es nueva”. “Desde 1950, se han producido múltiples atentados y tiroteos en el Capitolio de Estados Unidos y en la Casa Blanca. Las tropas han sido desplegadas para mantener el orden en Washington en cuatro ocasiones desde la Primera Guerra Mundial. Primero durante los disturbios de 1919 y 1968. Luego en las protestas económicas de 1932 y de nuevo en 2021”.
Otros dos pilares probatorios
La inestabilidad política es también una característica familiar de las crisis económicas. EEUU siempre ha sido frágil y consistente en ser sensible a ese mal. La especulación sobre “el fin de la democracia durante la década de 1970” es un ejemplo. “La Gran Depresión de la década de 1930”, es otro entre muchos, cita el catedrático.
El último pilar está en que “el debate sobre la democracia estadounidense se fija excesivamente en política a nivel nacional”.

Más allá de la sensación que las personas tienen en torno al ambiente político nacional, hay bemoles. En el marco del día de la Independencia “podría ser más útil pensar en la crisis actual en otros términos”. “La verdadera dificultad a la que se enfrenta el país podría ser una frágil unión nacional, más que una frágil democracia”.
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Este 4 de Julio hay mucho material para reflexionar. “Desde la década de 1990, el país ha sido testigo de la aparición de profundas fisuras entre lo que llegó a llamarse Estados Unidos “rojo” y “azul”. Dos bandos con opiniones muy diferentes sobre las prioridades nacionales. En torno al papel del gobierno federal en particular. El resultado ha sido el aumento del rencor y el bloqueo en Washington”. La polarización es un síntoma de una peligrosa enfermedad.
No somos tan especiales
Más allá de esa vieja ilusión de creernos excepcionales hay una realidad. Para el profesor de la Universidad de Massachusetts Amherst la línea es clara. “La arrogancia de principios de la década de 2000 era errónea, como la desesperación de 2021. Al igual que muchos otros países, Estados Unidos está inmerso en un esfuerzo interminable por mantener la unidad, contener la violencia política y estar a la altura de los principios democráticos”. No somos tan especiales al fin y al cabo.