La tecnología y la magia tienen un límite común. De la taumaturgia se obtienen un conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias. Lo mismo pasa con la tecnología. Sin embargo hacer aparecer un taxi volador provisto de seis motores movidos por celdas de hidrógeno no es un asunto de hechiceros.
El logro le corresponde a Alaka’i Technologies, empresa con sede en el estado de Massachusetts, que unió sus conocimientos con la legendaria división de diseño de Bayerische Motoren Werke, mejor conocida como BMW para crear a Skai, el primer automóvil de servicio volador de la historia.
Es clara que muchas pruebas de ADN habrán de realizarse para determinar quién es el padre del primer carro volador que usa celdas de hidrógeno, pero el genoma concebido en la unión de la casa estadounidense con la alemana es que ellos concibieron un modelo capaz de satisfacer las necesidades de transportación bien sea como taxi, transporte médico de emergencia y para entrega de carga.
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Una maqueta de “Skai” fue llevada a un showcase por sus inventores con ánimos de estimular a los inversionistas y ofrecer a los medios de comunicación y otros invitados motivos para hablar de una figura tridimensional a escala real elaborada por el estudio Designworks de BMW Group en Newbury Park, un suburbio al norte de Los Ángeles.
Dotaciones de la nave
Es cierto. No voló, pero todo lo dicho durante la presentación por los fabricantes indujo a los presentes y a los que leyeron en diferido los reportes de los medios a un estado de “encantamiento”, que los puso a volar en una nave capaz de alcanzar una velocidad máxima de 190 km/h y permanecer en vuelo hasta cuatro horas seguidas con una autonomía que ronda los 644 kilómetros que se alcanza con sus motores custodios de una potencia de 136 CV.
Se espera que Skai esté en los cielos del mundo para 2021 con una producción inicial de 10 mil unidades.
El interior de la cabina alberga cinco asientos dispuestos en forma de V, lo que facilita la visibilidad de los pasajeros hacia el exterior. Skai podría ser el sueño del propio dios Helios o de los padecen de esa “filia” impronunciable, porque el auto no tripulado se distingue por sus grandes ventanas así como por su techo de vidrio y amplias puertas corredizas.
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Los usuarios de Skai podrían tener una confusión con la experiencia en el cielo, porque algunos en su éxtasis no sabrán si flotan o vuelan, pero lo que si todos tienen por seguro es que la aeronave será capaz de aterrizar y despegar desde cualquier punto sin la necesidad de helipuerto o pistas especiales. Sin embargo la legislación será la que se encargará de decidir los protocolos del despegue.
Al respecto los fabricantes están convencidos que la relativa simplicidad de la aeronave y su operación en comparación con los helicópteros convencionales deberían facilitar el proceso de aprobación de la FAA a medida que el desarrollo avanza desde la producción experimental a la comercial.