Los Juegos Olímpicos de Tokio llegaron en medio de una de las situaciones más complicadas y agobiantes de la generación moderna: la pandemia.
Este domingo se realizó la ceremonia de clausura con un mensaje esperanzador y de agradecimiento al país por albergar el espectáculo que celebró el deporte y la humanidad.
El evento fue una puerta a la cultura japonesa y de reconocimiento a los 16 días de competencias entre los mejores deportistas del mundo, el espíritu de la despedida lo resumió con dos palabras Thomas Bach: «Lo hicimos».

«Ustedes, el pueblo japonés, pueden estar extremadamente orgullosos de lo que han conseguido. En nombre de los deportistas, les decimos: ‘Gracias, Tokio. Gracias, Japón», proclamó el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) frente a las gradas que la población local no pudo ocupar.
La ceremonia había iniciado con dos minutos de las imágenes más memorables de los 16 intensos días de competencias y, también, de innumerables restricciones para mantener a la pandemia alejada de los Juegos.
Por la pantalla del estadio olímpico de Tokio aparecieron la tenista ícono Naomi Osaka, encendiendo el majestuoso pebetero en la inauguración, así como otros miembros del exitoso equipo anfitrión.
Tras la protocolaria entrada de autoridades y banderas arrancó música de fiesta para abrir el desfile de los deportistas todavía presentes en estos Juegos, incluidas algunas nuevas figuras que alumbraron estos Juegos, como la gimnasta brasileña Rebeca Andrade y la atleta neerlandesa Sifan Hassan.
Acróbatas, ‘skaters’ y malabaristas del balón y de la bicicleta divirtieron a los deportistas en una estampa de uno de esos parques de Tokio que, en la era pandémica, los aficionados extranjeros no pudieron visitar.
El tradicional segmento de presentación de los próximos anfitriones de los Juegos Olímpicos, París-2024, también fue principalmente a distancia, con un trepidante video desde el cielo parisino que culminaba con la celebración de una multitud bajo la Torre Eiffel, convertida en portadora de la bandera olímpica.
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La música japonesa, del sopranista Tomotaka Okamoto al DJ Matsunaga, pasando por jazz, funk y clásica, estuvo presente durante las dos horas de ceremonia. El Japón tradicional estuvo representado con el tambor taiko, y una secuencia de danzas de cuatro distintas regiones que perviven de generación en generación.
El vestuario también tuvo un papel importante con tradicionales trajes, hakamas y kimonos, como el que lució la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
Con la hospitalidad que les caracteriza, los tokiotas se despidieron con un «arigato» en letras relucientes, colocadas a ambos lados del coloso.
El desfile de los atletas estuvo un poco más vacío que la inauguración, pues las regulaciones de Tokio hicieron que muchos competidores volaran de regreso a sus respectivos países en las 48 horas posteriores a la finalización de sus competencias para minimizar el riesgo de infección y la propagación del virus entre la población local, por eso algunas de banderas fueron portadas por voluntarios.