La salud infantil necesita cada vez más conciencia en la población, la obesidad infantil se ha convertido en un problema de salud pública cuyas cifran aumentan peligrosamente.
En los últimos 40 años las cifras de menores con obesidad de entre cinco y 19 años se ha multiplicado por 10. Esto supone un total de 129 millones de niños y adolescentes obesos en todo el mundo; una crisis de malnutrición de la que ya ha alertado la Organización Mundial de la Salud en varias ocasiones.
La primera alerta viene de parte de los padres, pues tener conciencia de los graves problemas de salud que puede acarrear la obesidad infantil, implicarse y cuidar la alimentación de los hijos, desde el ejemplo y con la correcta información, puede cambiar el rumbo de las cosas hacia una vida más saludable.
Todo empieza con la lactancia materna, tan importante en la primera etapa de la vida. Mantener el organismo correctamente hidratado es esencial para su buen funcionamiento.
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En este sentido, las únicas bebidas que recomiendan los pediatras son la leche y el agua, siendo la lactancia materna o la fórmula la única bebida que debe ofrecerse al bebé por debajo de los seis meses. Consumir alimentos naturales y evitar azucares refinados, comidas procesadas y grasas trans, completan la ecuación de la buena alimentación.
La fibra también es un componente de la dieta de gran importancia para prevenir muchas enfermedades como las cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, por otra parte, las legumbres contienen proteínas, hidratos, fibra y grasas de buena calidad. También son ricas en vitaminas (especialmente, vitaminas del grupo B) y minerales como fósforo, calcio, zinc, hierro, potasio y magnesio.