La pandemia del coronavirus COVID-19 sorprendió a los Estados Unidos con los “arsenales” para la lucha epidemiológica mermados, una situación que influyen en ciertos niveles de contagio y que muestran una debilidad estructural en la primera potencia de América.
El lunes ha sido divulgado un informe de la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Salud de los Estados Unidos y Servicios Humanos (HHS) en el que se dibuja la “grave” escasez de suministros necesarios para atacar al coronavirus que existe en los hospitales de toda la Unión.
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El documento precisa que en la evaluación el despacho del Inspector General encontró una “severa” escasez de pruebas para que los hospitales las utilicen y una “generalizada” escasez de equipos de protección, conocidos como PPE, para mantener seguros a los trabajadores de la salud.
La misión de la Oficina del Inspector General según lo dispuesto por el Inspector General de la Ley (Ley Pública 95-452, según enmendada), es proteger la integridad de los programas de HHS, así como el bienestar de los beneficiarios de dichos programas.
Algunos detalles
“Los hospitales informaron que la escasez generalizada de PPE pone en riesgo al personal y a los pacientes”, según el informe realizado del 23 al 27 de marzo. Consistía en entrevistas con administradores de 323 hospitales seleccionados al azar en todo el país.
Los hospitales dijeron que en algunos casos recurren a “máscaras de construcción o de fabricación casera, que se preocupan de poner en riesgo al personal”.
Los suministros de las reservas del gobierno no siempre ayudaron. Un hospital informó haber recibido “2.300 máscaras N95 cruciales de una reserva estatal, sólo para descubrir que no eran utilizables porque las bandas elásticas se habían podrido”. Otro hospital dijo que sus “dos últimos envíos de una agencia federal contenían equipo de protección que había expirado en 2010”.
Un hospital dijo que está aceptando “vestidos de tela hechos en casa de un gremio de acolchadores para tratar de resolver los problemas de suministro”.
Impacto psicológico
El informe del Inspector General también reporta las condiciones de angustia emocional que están sufriendo los trabajadores de la salud que atienden a la sociedad en esta pandemia. El reporte precisa que “el nivel de ansiedad entre el personal no se parece a nada que haya visto antes”, dijo un administrador del hospital de acuerdo al documento.
La administración de Trump ha estado bajo presión para que asuma un papel más importante en la dirección y coordinación de la adquisición de los suministros necesarios, ya que el presidente Trump ha dicho repetidamente que quiere que los estados tomen la iniciativa.
Como también lo han señalado los gobernadores, los hospitales le dijeron al inspector general que están viendo un desorden y un aumento de los precios debido a una amplia gama de entidades que compiten por los mismos suministros.
“Los hospitales a menudo declararon que competían con otros proveedores por suministros limitados, y que la intervención y coordinación del gobierno podría ayudar a reconciliar este problema a nivel nacional para proporcionar una distribución equitativa de los suministros en todo el país”, según el informe.
Protestas aisladas
Un grupo de enfermeros de EE.UU. protestó hace menos de 24 horas ante la falta de equipos de protección personal en medio de la lucha contra COVID-19.
Se trata de los enfermeros del Centro Médico Sutter Delta en el estado de California (oeste), quienes denuncian que la escasez de adecuados equipos de protección personal (PPE, por sus siglas en inglés) les deja expuestos al nuevo coronavirus, denominado COVID-19.
La directora ejecutiva de National Nurses United (NNU) y de la Asociación de Enfermeras de California, Bonnie Castillo, publicó varias fotos de la protesta en su cuenta de Twitter, donde enfatizó que “no dejaremos la lucha hasta que consigamos PPE y la capacitación necesaria para cuidar de manera segura a nuestros pacientes”.
No hay test para todos
La falta de pruebas también planteaba un grave problema, según el informe, que también agravaba la escasez de equipo. Los resultados de las pruebas solían tardar siete días o más en llegar, lo que, combinado con la falta de pruebas en primer lugar, significaba que los hospitales tenían que utilizar el espacio de las camas y el equipo de protección para atender a los pacientes mientras esperaban los resultados de las pruebas.
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“Los hospitales informaron de que la grave escasez de suministros para las pruebas y la prolongada espera de los resultados de las mismas limitaba la capacidad de los hospitales para vigilar la salud de los pacientes y el personal”, comprobó el Inspector General.
Algunos centros de cuidados posagudos también exigían que el paciente tuviera un resultado negativo de las pruebas antes de aceptarlo fuera del hospital.
Los hospitales también informaron de que a veces recibían orientaciones contradictorias de las autoridades estatales y federales.
Ética y respiradores
Mientras los estados se esfuerzan por conseguir más respiradores, las máquinas de salvamento necesarias para ayudar a respirar a los pacientes gravemente enfermos, ningún hospital ha informado todavía de la limitación del uso de respiradores. Pero se anticiparon a espinosos problemas éticos en el futuro.
“Los hospitales anticiparon que la escasez de ventiladores plantearía decisiones difíciles sobre la asignación ética y la responsabilidad, aunque en el momento de nuestra encuesta ningún hospital informó de que limitara el uso de los ventiladores”, encontró el Inspector General.