En un informe anual sobre la malaria, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que el cambio climático y sus efectos, particularmente los eventos extremos y las olas de calor, son un gran riesgo para el avance mundial contra la enfermedad.
En el año 2022 se registraron 249 millones casos de paludismo, una cifra que supera el nivel de 2016, antes de la pandemia de COVID-19. El incremento, según la OMS, se debe a factores como la resistencia a los medicamentos y los efectos del calentamiento global. En América, los casos y la incidencia bajaron en los dos últimos años y la mortalidad es muy baja.
«Ahora más que nunca se necesitan respuestas sostenibles y resilientes junto con acciones urgentes para frenar el ritmo del calentamiento global y reducir sus efectos», dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
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El mosquito anófeles, transmisor de la malaria, ha transformado su comportamiento y aumentado su tasa de supervivencia a causa del alza de las temperaturas, la humedad y las precipitaciones.
Pero, los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor y las inundaciones pueden afectar directamente la transmisión y la carga de morbilidad. Esto ya ocurrió en las trágicas inundaciones de 2022 en Pakistán, que dieron pie a que se quintuplicaran los casos de malaria en el país.
«La amenaza adicional del cambio climático exige respuestas sostenibles y resilientes que se alineen con los esfuerzos para reducir los efectos de ese fenómeno. La participación de toda la sociedad es crucial para construir enfoques integrados», aseguró la OMS.