Más de 700 millones de niños en el mundo habitan en zonas con escasez de agua, y esta cifra podría aumentar gracias al cambio climático, así lo advirtió un nuevo informe del Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef).
En su nuevo informe «El cambio climático está transformando la infancia», publicado antes de la cumbre climática COP28 de Dubái en diciembre, Unicef resalta también la amenaza que supone para los niños y niñas la vulnerabilidad hídrica.
La investigación señala servicios de agua potable y saneamiento deficientes o simplemente inexistentes, esto agrava el panorama y pone en riesgo la vida de los niños. De hecho, se estima que es una de las principales causas de muerte entre menores de cinco años en las zonas vulnerables.
Las proyecciones no son alentadoras, pues para 2050 esperan que 35 millones de niños adicionales estarán expuestos a estos mismos problemas.
Para Unicef hay tres niveles de inseguridad hídrica: escasez de agua, vulnerabilidad del agua y estrés hídrico. El informe afirma que el desarrollo infantil se ve afectado por factores de estrés ambiental desde el momento de la concepción.
«No sólo está cambiando su mundo con fuentes de agua secándose y fenómenos meteorológicos aterradores cada vez más fuertes y frecuentes, sino que también su bienestar se transforma a medida que el cambio climático afecta su salud física y mental», argumentó Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef.
Los niños y jóvenes más afectados viven en Medio Oriente, el norte de África y el sur de Asia, donde los recursos hídricos son limitados.
En el caso de América Latina, 27,5 millones, o uno de cada seis niños, está expuesto a una escasez de agua grave. Existen 4,8 millones de ellos en la región en situación de vulnerabilidad extrema.
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El director para América Latina y el Caribe de Unicef, Garry Conille indicó que las fuentes de agua se están agotando aceleradamente en la región, lo que perjudica el bienestar de los niños.
«El cambio actual en los patrones de precipitaciones, las sequías prolongadas y la falta de inversión en infraestructura resistente al cambio climático inevitablemente coloca a los niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe en el camino hacia una mayor vulnerabilidad», agregó.
La calidad del agua
La escasez de agua es tanto un fenómeno natural, como también un fenómeno inducido por los seres humanos. La distribución es completamente desigual, lo que genera desperdicio y contaminación. Según la Unesco, la escasez de agua representa para muchos países el desafío más acuciante para el desarrollo socioeconómico y humano en general.
Y esto trae como consecuencia fallas en la calidad que a su vez infiere en la salud y el medio ambiente, que vuelven al recurso no apto para su uso.
«El agua contaminada y el saneamiento deficiente contribuyen a la transmisión de enfermedades como el cólera, otras enfermedades diarreicas, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Si no hay servicios de agua y saneamiento, o si estos son insuficientes o están gestionados de forma inapropiada, la población se expone a riesgos para su salud que, en realidad, se pueden prevenir», destacó la Organización Mundial de la Salud.