Los tiburones que atacan a surfistas tienen una vista tan mala que los científicos han llegado a la conclusión que los confunden con sus presas habituales, como focas o lobos marinos, según un estudio difundido este miércoles.
«Desde el punto de vista de un tiburón blanco, ni el movimiento ni la forma permiten una distinción visual inequívoca entre los pinnípedos y los seres humanos», escriben los autores del artículo publicado en Interface, una revista de la Royal Society, señalando que su trabajo «apoya la teoría del error de identificación» para explicar ciertos ataques.
Los ataques de tiburones son raros (menos de sesenta en el mundo en 2020), según un departamento especializado de la Universidad de Florida en Estados Unidos. Pero mantienen vivo, según el estudio, el miedo «desproporcionado» asociado a la ignorancia sobre las motivaciones del animal, especialmente cuando el ataque se produce sin provocación aparente.
Los tiburones blancos, tigre y sarda son los que más atacan a surfistas. Si el tiburón blanco es conocido por detectar sonidos y olores a gran distancia, se supone que de cerca confía sobre todo en su vista para identificar y atacar a su presa.
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EL problema es que el sistema visual del tiburón es casi insensible al color y tiene una muy mala capacidad para distinguir los detalles de una forma. Su resolución, hasta seis veces inferior a la que posee un ser humano, es aún peor en los jóvenes tiburones blancos, que representan para los surfistas el riesgo más grande de mordeduras, según el estudio.
Para poner a probar la teoría del error de identificación, el equipo de la Universidad Macquarie de Australia realizó «videos tomados desde el punto de vista del tiburón y los procesó con un programa para imitar» su sistema visual, y en particular su capacidad para distinguir una forma y su movimiento, explica la científica.
Para ello, grabaron desde el fondo de un estanque imágenes y videos de un lobo marino, un manjar para el escuálido, que pasaría cerca de la superficie unos metros por encima de un tiburón.
Luego compararon sus formas con las de los bañistas o surfistas que bracean, con o sin movimiento de piernas, en los tres grandes tipos de tablas de surf según su talla.
Ahora los investigadores van a intentar determinar si un «cambio en las señales visuales de potenciales presas sería una técnica eficaz de protección contra los tiburones blancos».