No importa si la investigación de Robert Mueller no tiene el nombre de Donald Trump en la parte superior de las acusaciones. De la misma manera que Richard Nixon fue nombrado como “co-conspirador no indicado”, el nombre del presidente estará implícito en las acusaciones contra personas involucradas en las maniobras de la campaña de 2016 para apoyar a Trump, eliminando cualquier mención de Rusia en la convención nacional del Partido Republicano , en las acusaciones de Flynn, Cohen, Manafort, Papadopoulos y 13 nacionales rusos. La única razón por la que estas personas están o estuvieron involucradas en cualquier investigación tiene que ver con la elección de Donald Trump.
Pero supongamos que nadie puede encontrar a este presidente culpable de ninguna complicidad en los chanchullos que envían a sus colaboradores a la cárcel y han desacreditado a tantos partidarios. Las declaraciones públicas de Donald Trump, las respuestas en ruedas de prensa, sus propias palabras en los numerosos mítines que organiza cuando se siente acorralado se pueden enumerar como razones para descalificarlo de la presidencia. Su apoyo a Vladimir Putin, Kim Jong Un, el criminal príncipe heredero de la corona de Arabia Saudita Mohamed bin Salman y los Supremacistas Blancos, lo descalifican para servir en cualquier cargo oficial en este país. No importa si no hay una imagen de Donald Trump dándole dinero a Stormy Daniels para comprar su silencio, porque sabemos que le ordenó a su abogado que lo hiciera. No importa si niega estar haciendo negocios con Rusia desde la Oficina Ovalada, porque Michael Cohen dijo que le preguntó sobre el progreso de las negociaciones y eso significa que estaba violando la ley. Dijo que podía dispararle a alguien en medio de la calle y que nada le sucedería, pero se equivoca cuando amenaza públicamente con matar a los que se le oponen mientras fingía que lo consideraba en un mitin. Ahora sabemos que él sabía que los rusos le habían dado los correos electrónicos de Hillary Clinton a wiki-leaks. Sabemos que se reunió con Vladimir Putin sin ningún otro funcionario estadounidense presente y luego confiscó las notas del intérprete. Ignorando el consejo de diplomáticos experimentados, fue a reunirse con Kim Jong Un para pedirle que renuncie a sus armamentos atómicos. El falló. Le cree a Mohamed Salman solo porque dijo que no hizo nada.
Sacó a este país de los acuerdos internacionales que tardaron décadas en estructurarse como los acuerdos climáticos de París. Solo eso lo descalifica, porque está dispuesto a sacrificar nuestro futuro haciendo un daño irreparable al medio ambiente. Más evidencia pública de sus políticas equivocadas es lo que ha hecho con respecto a la inmigración. Ahora está amenazando con una crisis constitucional al vetar una votación en el Congreso para deshacer su Orden Ejecutiva para obtener dinero del Departamento de Estado para construir un muro que nadie quiere. Sus ataques contra John McCain, un auténtico héroe estadounidense, revelan una falta total de clase. Sus palabras de odio traicionan el estado mental de este presidente, que necesita ir a construir su pequeña biblioteca. Lo que realmente importa ahora es que le neguemos una plataforma con nuestro voto y lo despedimos del puesto.
Editorial