Al parecer la subsistencia de la Iglesia Católica en los Estados Unidos depende en alguna medida de que las riendas estén en manos de un clérigo de ascendencia latinoamericana, por lo que es casi seguro que el arzobispo José Gómez, de Los Ángeles, sea designado como presidente de la Conferencia Episcopal.
De concretarse esta estrategia, Gómez sería el sucesor del cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston (Texas), un hecho que se conocerá durante la asamblea del 11 al 14 de noviembre en Baltimore (Maryland) donde los obispos harán la elección.
De acuerdo a datos aportados por representantes del l Instituto para Investigación y Estudios en la Universidad Católica de Washington, DC., la elección de un Presidente de la Conferencia Episcopal con ascendencia latinoamericana, sería un acontecimiento inédito en los Estados Unidos, pero a la vez una necesidad debido a una pérdida de fieles hispanos y un creciente distanciamiento del papa Francisco.
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En declaraciones ofrecidas a la prensa por Michael Sean Winters, de la Catholic University of America, “el único futuro para la iglesia –en los Estados Unidos- es un futuro latino”.
Gómez, de 67 años de edad, nació en Monterrey (México) y fue ordenado sacerdote del Opus Dei en 1978. Obtuvo su diploma de teología en la Universidad de Navarra y ha sido obispo de Denver (Colorado) y arzobispo de San Antonio (Texas) antes de su asignación en Los Ángeles desde 2011.
“El arzobispo Gómez es un pastor gentil, más conocido fuera de su diócesis porque aboga por un tratamiento generoso de los migrantes”, señaló para una agencias de noticias española Russell Shaw, quien fuera secretario de Relaciones Públicas de la Conferencia Episcopal y que ahora dicta clases en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.
Asimismo Michael Sean Winters señaló que la posible elección de Gómez a la presidencia de la Conferencia “será una declaración importante en estos tiempos cuando el presidente (Donald Trump) insulta y degrada a los mexicanos”.
Los números católicos
Un informe reciente del Centro Pew encontró que la proporción de adultos en el país que se identifican como cristianos ha bajado del 77 % hace una década al 65 %. La proporción de protestantes ha bajado del 51 % al 43 %, y la de católicos del 23 % al 20 % en el mismo período. Aun así, los más de 70 millones de católicos están afiliados a la mayor denominación cristiana del país.
Pero lo alarmante para la Iglesia Católica es que sus fieles ya no son una mayoría entre la población hispana: solo el 47 % de los hispanos se identifica como católicos, comparado con un 57 % hace una década.
A pesar de ello, la agenda anunciada para esta conferencia posterga hasta 2021 la implementación de programas que enfaticen el ministerio eclesiástico más enfocado en la población de origen y ascendencia latinoamericana.
Una interesante opinión
El grupo editorial español que logró estos datos para sus suscriptores apuntó que la Conferencia Episcopal, que se formó en 1966 y es conocida por su sigla en inglés USCCB, celebrará sus sesiones, mientras se ensancha la brecha entre el papa Francisco y la jerarquía de la Iglesia en Estados Unidos.
“En la esfera anglo hay un cisma virtual con la gente que odia al papa”, comentó Winters. “Y en la era de Trump es difícil evitar la conclusión de que hay un cierto racismo en estos dos asuntos: el distanciamiento del papa y la falta de acción acerca de los hispanos”.
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En su opinión, la mayoría de los obispos católicos en EE.UU. prefiere dejar a un lado las enseñanzas de su Iglesia acerca de la justicia social y se enfoca más en asuntos morales, “como si la única cosa que importara en la vida social fuese el aborto”.
La negación y los cargos
Además de la elección de un nuevo presidente y otros cargos, la USCCB seleccionará de entre una lista de candidatos ya divulgada los obispos que dirigirán diversos comités de la conferencia.
“La lista de obispos presentados por sus pares para los puestos de mayor jerarquía en la conferencia está bajo cuidadoso examen por parte de quienes han seguido las idas y vueltas en la relación entre Roma y la Iglesia en Estados Unidos”, subrayó Russell Shaw, quien agregó que “las cosas han llegado a un punto en que hasta el papa mismo ha hablado como si hubiese una posibilidad real de un cisma estadounidense”.
Shaw opinó que “cualquier cuestión pendiente en la relación entre los obispos estadounidenses y la Santa Sede probablemente se atenderá en el curso de las visitas que los obispos hacen periódicamente a Roma para reunirse con el papa”.
“No hay un cisma en el catolicismo de Estados Unidos, y no lo habrá”, concluyó Shaw.