La Guardia Revolucionaria de Irán asumió este sábado 11 de enero la responsabilidad por el derribo del vuelo 752 de Ukranian International Airlines (UIA) con 176 personas a bordo en Teherán y explicó que el operador del sistema de defensa confundió el aparato con “un misil de crucero”.
En una comparecencia televisada, el comandante de la Fuerza Aeroespacial de este cuerpo militar de élite, Amir Alí Hayizadeh, dijo que el operador antes de disparar, trato de contactar con sus mandos para obtener la aprobación pero el sistema de comunicación dio error y tomó una decisión “mala y apresurada”.
“Todo el sistema defensivo estaba en el más alto nivel de alerta y se anunció mediante el sistema integrado que se habían lanzado unos misiles de crucero contra el país. En esos momentos el sistema se enfrentaba, a una distancia de 19 kilómetros, con un objetivo que se distinguió como un misil de crucero”, explicó.
Hayizadeh también reconoció que hubo diez segundos para decidir y que no se informó a la Organización de la Aviación Civil de que cancelaran los vuelos comerciales en Teherán.
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“El error fue nuestro. Aceptamos todas las responsabilidades de este acto”, reconoció Hayizadeh, quien exculpó a la Organización de la Aviación Civil y al Gobierno y justificó que estas instituciones negaran la hipótesis del derribo porque no contaban con la información necesaria.
El comandante aclaró que no querían ocultar el error pero que era necesario revisar lo ocurrido antes de dar una información oficial.
Las especulaciones sobre la posibilidad de un caso de derribo comenzaron el mismo día del siniestro y cobraron un tono oficial cuando el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dijo el jueves 9 de enero que su Gobierno tenía información de que el Boeing 737 fue alcanzado por “un misil tierra-aire iraní”.
A primera hora de este sábado 11 de enero, las Fuerzas Armadas de Irán explicaron que el derribo fue involuntario y por “un error humano”, debido a que el avión se situó cerca de un centro militar de los Guardianes de la Revolución con “una altura y una posición de vuelo de un objetivo enemigo”.
Poco antes del derribo del avión ucraniano, Irán había efectuado un ataque con misiles contra una base aérea en Irak que alberga a tropas estadounidenses, en venganza por el asesinato días antes del general Qasem Soleimaní, por lo que esperaban una acción de represalia de Estados Unidos.
La aeronave se estrelló al sur de Teherán poco después de despegar del aeropuerto internacional Imán Jomeiní el miércoles 8 de enero con destino a Kiev con 167 pasajeros, entre ellos 82 iraníes y 63 canadienses, aunque estos últimos en su mayoría con doble nacionalidad, y nueve tripulantes ucranianos.