Colombia tiene nuevo presidente. Se trata del economista y político de 62 años Gustavo Petro, quien se convierte en el 42vo primer mandatario que tendrá el país sudamericano.
Con la elección de Petro, un exguerrillero considerado de izquierda, Colombia da un giro de 180 grados y se desmarca de la política -y los políticos- tradicionales. De allí que haya una gran expectativa dentro y fuera del país por lo que será su gestión de gobierno.
No es su primer rodeo como alto funcionario. Petro fue miembro de la Cámara de Representantes por Cundinamarca (1991-1994) y Bogotá (1998-2006), alcalde mayor de Bogotá entre 2012 y 2015, además de senador de la República en dos oportunidades (2006-2010) y desde 2018. Fue candidato presidencial en dos ocasiones previas.
En su programa de gobierno -un documento de 54 páginas denominado “Colombia potencia mundial de la vida”-, Gustavo Petro contempla una serie de acciones enfocadas en distintos ámbitos que, de llevarse a cabo, harán de Colombia un país más próspero, inclusivo y amigable con el medio ambiente,
Sin embargo, el documento deja algunas interrogantes en cuanto a su implementación y factibilidad, tan es así que en ocasiones pareciera más una declaración de buenas intenciones. A continuación, un extracto de sus propuestas más destacadas.
Un gobierno “feminista”
El presidente electo de la coalición Pacto Histórico propone la creación del Ministerio de la Igualdad, con el fin de articular todas las políticas para el empoderamiento integral de las mujeres. Dicho ministerio propone eliminar las desigualdades económicas, políticas y sociales entre hombres y mujeres, así como erradicar la violencia contra las mujeres y la población LGBTIQ+.
También lideraría el Sistema Nacional de Cuidado, una instancia cuya meta es recompensar, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado feminizado. Afirma que acatarán la decisión de la Corte Constitucional de despenalizar el aborto en el país.
Respeto a la naturaleza
Petro propone una economía productiva basada en el respeto a la naturaleza, que corte la dependencia exclusiva del modelo extractor y democratice el uso de energías limpias para enfrentar los efectos del cambio climático.
Promete restablecer el acceso equitativo al agua, incluyendo nuevas iniciativas de reactivación productiva del campo -sin especificar cuáles serían- bajo un esquema de gestión pública, así como retomar el control ambiental de las cuencas hidrográficas destinadas a la generación de energía y proyectos mineros por parte de las autoridades ambientales.
“Acentuaremos los controles ambientales, laborales y fiscales sobre la minería en curso”, dice textualmente el plan de gobierno en su página 17.
Un aspecto interesante es que desde su gobierno tienen previsto la prohibición de espectáculos que involucren prácticas de maltrato animal, como las corridas de toros. Dice que no permitirán el uso de escenarios ni recursos públicos para tales fines.
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Menos petróleo, más tecnología
Petro contempla la creación un fondo para la transición energética que se alimentará de la eliminación de algunos beneficios tributarios al sector de los hidrocarburos, la minería de carbón y las hidroeléctricas. Asimismo, propone un “desescalamiento gradual” de la dependencia económica del petróleo y del carbón.
Es tajante en este tema. Bajo su gestión se prohibirá la exploración y explotación de yacimientos no convencionales, se detendrán los proyectos piloto de fracking y el desarrollo de yacimientos costa afuera. No otorgará nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos, ni se permitirá la gran minería a cielo abierto.
Por otra parte, promete impulsar el uso del software libre y las tecnologías emergentes basadas en inteligencia artificial, metaverso, machine learning y blockchain en los sectores público y privado en todo el país. En este punto en particular menciona la conectividad 5G. Queda la duda si el país cuenta con la infraestructura para implementarla.
El plan de gobierno de Petro considera la revisión de los Tratados de Libre Comercio firmados anteriormente por el país, la política de derechos de propiedad intelectual y las condiciones hacia la inversión extranjera en Colombia. Con tales acciones espera brindar una mejor protección de la producción nacional y mejorar la competitividad en los mercados internacionales.
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¿Y Venezuela?
Una de las propuestas más esperadas por parte de Petro -y que cambiaría por completo el paradigma actual- tiene que ver con sus vecinos más cercanos. Se espera el restablecimiento de relaciones consulares y diplomáticas con el gobierno de Venezuela representado en Nicolás Maduro, a quien se le considera afín ideológica y políticamente.
Su predecesor, Iván Duque, fue de los mayores opositores en la región al régimen madurista, al tiempo que fue de los que brindó mayores garantías a los migrantes venezolanos que huyeron a Colombia -entre otros países- debido a la emergencia humanitaria compleja que atravesaba su país.
Una de las grandes incógnitas que rodean a Petro es lo que ocurrirá con el estatus de los casi dos millones de venezolanos en suelo colombiano -según cifras de R4V-, o la presunta protección que brinda Maduro y su administración a grupos irregulares.
Otra interrogante tiene que ver con la relación entre Colombia y Estados Unidos. Duque fue uno de los grandes aliados del gobierno norteamericano en una Sudamérica dirigida primordialmente por la izquierda.
Un camino largo
No será un camino de rosas para Gustavo Petro. El nuevo presidente de Colombia se encuentra con una sociedad polarizada que vigilará cada uno de sus pasos y que espera grandes cambios de manera expedita.
Uno de los temores que existen con respecto al exalcalde de Bogotá es que con el tiempo radicalice su postura y siga la receta del Foro de Sao Paulo -agrupación de partidos y grupos políticos de izquierda latinoamericanos-, que incluye un cambio en la Constitución para tener la posibilidad de perpetuarse en el poder como alguna vez lo intentaron -algunos con éxito, otros no- otros gobernantes de izquierda en la región como Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa.
Los más pesimistas temen que Colombia siga la senda del llamado “Socialismo del Siglo XXI” que sus vecinos venezolanos transitan desde 1998, cuando Hugo Chávez llegó al poder.
El tiempo dirá cuál será la versión que se verá de Gustavo Francisco Petro Urrego. Lo único cierto es que Colombia no volverá a ser la misma, para bien o para mal.
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