El Vaticano en atención a una disposición del Papa Francisco, promulgó el decreto que reconoce el martirio de los frailes Pedro de Corpa, Blas Rodríguez de Cuacos, Miguel de Añón, Antonio de Badajoz y Francisco de Veráscola, misioneros franciscanos asesinados por odio a la fe en septiembre de 1597.
Los cinco futuros beatos originarios de España, fueron ultimados por indígenas de la tribu Guale durante una revuelta en la misión de Tolomato, en Florida, en un territorio que en la actualidad pertenece al estado de Georgia. Los frailes defendían el matrimonio monógamo, en contraposición a la poligamia de algunos miembros de la tribu.
Los cinco mártires, miembros de la Orden de los Frailes Menores, partieron de España en el siglo XVI para llevar el mensaje del Evangelio a América del Norte, adentrándose en tierras desconocidas y enfrentando desafíos culturales.
El fraile Pedro de Corpa lideraba la misión en el pueblo de Tolomato, donde se enfrentó a un claro conflicto cultural. Los indígenas Guales, entre quienes predicaban, practicaban la poligamia, una costumbre que los misioneros abordaban enseñando la doctrina católica del matrimonio monógamo. A los conversos se les administraba el bautismo solo bajo el compromiso de respetar esta enseñanza.
De acuerdo al sitio oficial del Dicasterio para la Causa de los Santos, el conflicto alcanzó su punto crítico cuando Juanillo, sobrino del cacique local y su sucesor, decidió tomar una segunda esposa. Según el sitio el fraile intentó corregirlo, “recordándole el compromiso adquirido con su bautismo, pero se volvió agresivo y lo atacó, matándolo con un hacha en septiembre de 1597”.
Tras la muerte de fray Pedro, la violencia se extendió a los demás misioneros. Fray Blas Rodríguez de Cuacos, superior de la misión en Tupiquí, fue capturado, torturado y asesinado ese mismo septiembre. Mientras, los frailes Miguel de Añón y Antonio de Badajoz, fueron asesinados al día siguiente tras haber celebrado la Eucaristía; y fray Francisco de Veráscola, fue atacado y asesinado a hachazos el 18 de septiembre.
Reconocimiento al sacrificio
El sitio web del Vaticano destaca que estos cinco mártires ofrecieron sus vidas por defender la doctrina católica. De acuerdo con el Dicasterio para las Causas de los Santos: “El testimonio explícito e inmediato de fidelidad a Cristo y su mensaje es claramente reconocible en sus asesinatos porque habían transmitido integralmente la enseñanza de la Iglesia”.
Desde su muerte, la fama del martirio de los cinco franciscanos se extendió por el territorio, convirtiéndose en una fuente de inspiración para los católicos en América y España. En palabras del Dicasterio: “La primera prueba de la voluntad de dar la vida por el Señor estuvo incluida en la elección hecha de abandonar España e ir como misioneros a una tierra aún en parte desconocida”.
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“Inmediatamente después de su muerte se extendió la fama del martirio, que siguió creciendo en los años siguientes, arraigándose en el territorio y en la memoria de los hermanos”, concluyó el Dicasterio.