El estado de Florida aplicó la pena de muerte a un hispano, consuetudinario homicida, ejecución que se transformó en la última caminata por los corredores de la muerte de los Estados Unidos por este 2018.
José Antonio Jiménez fue sentenciado a recibir “la inyección letal” por el asesinato de Phyllis Minas en 1992 en North Miami, y dos años después, estando ya en prisión, del homicidio y robo de otra mujer, Marie Debas, ocurrido en 1990 en Miami Beach.
El homicidio de Phyllis Minas tuvo mucha repercusión mediática porque la dama halló la muerte de varias cuchilladas a manos de Jiménez.
Minas, de 63 años, murió tras recibir ocho heridas de arma blanca y Jiménez fue arrestado días después gracias a la activación de las huellas dactilares dejadas en el apartamento de la víctima.
De acuerdo al reporte de portavoces de la Prisión Estatal de Florida, el reo horas antes de la ejecución se le observó “calmado y de buen ánimo”, e incluso recibió la visita de un presbítero quien le ofreció consuelo espiritual.
La mitad de su vida la pasó José Antonio Jiménez a la espera de su último día. Su estancia en el corredor donde habitan “los muertos que caminan” fue de 24 años y el latino fue declarado difunto a las 9:48pm hora local, a la edad de 55 años.
El acumulado de fallecimientos a causa de la pena capital en los Estados Unidos llegó este año a 1.490, con la acotación que se hace referencia a la sumatoria de los ejecutados desde el año 1976, fecha cuando en el país se restituyó este castigo.
Como dato recurrente las autoridades carcelarias informaron que la última comida del reo consistió en un sandwich cubano, huevos, papas fritas y helado de chocolate y vainilla.
Hay una pequeña historia en las instancias finales del proceso del asesino José Antonio Jiménez, debido a que el gobernador Rick Scott se vio obligado a reprogramar en noviembre de 2017 la aplicación de la inyección letal que estaba prevista para el 14 de agosto. La condena fue temporalmente suspendida debido a un último recurso legal que en última instancia fue negado por el Tribunal Supremo de Florida.
La defensa de Jiménez buscó detener de nuevo la ejecución mediante una apelación ante el Supremo de EE.UU. argumentando que los detectives a cargo de la investigación rindieron falsos testimonios y perdieron reportes.
De acuerdo al Centro de Información sobre la Pena de Muerte, hasta abril pasado había 2.738 prisioneros condenados a muerte en Estados Unidos, 13 % de ellos hispanos.