Promover que todos los comercios eviten las transacciones en efectivo es un costo sobre el dinero que encarecerá la vida de las personas que en los Estados Unidos no están bancarizadas y que caminan sobre la delgada línea de la pobreza.
Filadelfia se convirtió recientemente en la primera ciudad de los Estados Unidos en prohibir los establecimientos de pago exclusivamente electrónico.
Sobre este particular revisamos unos comentarios de la profesora Lisa Servon, profesora y presidenta del Departamento de Planificación Urbana y Regional de la Universidad de Pennsylvania publicados en The Hill.
La catedrática es la autora de “Unbanking of America: How the New Class Middle Survives”, editado en 2017 por Houghton Mifflin Harcourt.
Servon asegura que quienes apoyan la prohibición creen que las tiendas sin dinero en efectivo discriminan a quienes carecen de estabilidad financiera.
A su entender cuando las tiendas se niegan a aceptar efectivo, envían una señal no tan sutil a ciertos clientes de que no pertenecen.
“La mayoría de las personas que conozco pueden pasar semanas sin visitar un cajero automático. Para muchos de nosotros es cada vez más fácil administrar nuestra vida financiera con tarjetas de crédito y un teléfono inteligente. Sin embargo, el efectivo sigue siendo el instrumento de pago minorista más usado, utilizado en el 32 por ciento de todas las transacciones en 2015 (en comparación con el 40 por ciento en 2012).
El cash es legal
¿Quiénes son las personas que siguen usando efectivo, aunque en números decrecientes? La mayoría pertenece al 25% de los estadounidenses clasificados como “no bancarizados” por la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC).
Para la especialista en estudios de pobreza urbana, desarrollo comunitario , desarrollo económico y temas de género y raza, estas etiquetas implican que todos los estadounidenses deben ser bancarizados, “que usted es ignorante si no lo es. En mis 25 años de investigación en comunidades de bajos ingresos, he aprendido que este no es el caso”.
Servon, quien tiene maestría en asuntos de inseguridad económica, asegura tener una visión de cerca de la economía en efectivo documentada durante sus cuatro meses trabajando como cajera en RiteCheck, una tienda de cambio de cheques en el sur del Bronx, en uno de los códigos postales más pobres del país.
“Sospeché que la explicación de por qué las personas no usaban los bancos tenía más matices que la falta de educación financiera. La mayoría de las personas que patrocina estas tiendas es de bajos ingresos, y la mayoría de las personas de bajos ingresos sabe a dónde va cada centavo”.
La razón por la que algunas personas pueden operar sin efectivo es porque reciben suficiente dinero y de manera regular para calificar para una cuenta de cheques gratuita. Además pueden lograr que los saldos de sus cuentas bancarias nunca caigan por debajo del mínimo mensual, y pueden mantener un “colchón” en su cuenta para que, en caso de error, cuando llegue el cheque de pago y salgan los pagos de las facturas, no realice un sobregiro.
Sin embargo las personas con trabajos temporales, empleados en negocios marginales o prestadores de oficios “menores”, obtienen pagos irregulares, no pueden mantener una cuenta bancaria y están dispuestos a pagar por ese acceso de un RiteCheck 1,95 por ciento del valor nominal del cheque, porque no se tiene otra opción.