Luego de un año de ausencia por la pandemia de coronavirus, Holanda acoge esta semana una edición menos exuberante de la Eurovisión, en la que Francia parte favorito.
Alrededor de 3.500 personas, sujetas a la presentación de una prueba negativa de coronavirus, asistirán, sin mascarilla sanitaria, a la final del concurso el sábado en la ciudad portuaria de Rotterdam. Los candidatos estarán encerrados en una “burbuja especial”.
La francesa Barbara Pravi, a menudo comparada con Edith Piaf, se sitúa a la cabeza de los pronósticos con su título «Voilà» y podría permitir a Francia obtener su primera victoria en 44 años. Los otros cantantes favoritos representan a Italia y Malta.
Mientras que la vacunación permite a los países europeos ir eliminando gradualmente sus medidas sanitarias, Holanda autorizó oficialmente la participación del público en el evento a finales de abril.
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«Acoger la Eurovisión en este período particular no es una responsabilidad que tomemos a la ligera», aseguró a la AFP el director ejecutivo del concurso Martin Oesterdahl.
La edición de 2020 de Eurovisión fue cancelada por primera vez en la historia de la competición debido a la pandemia.
En la edición anterior, en 2019, la victoria fue de Duncan Laurence. Esta última edición fue seguida por 182 millones de espectadores. Aunque la mayoría de los candidatos, procedentes de 39 países, viajarán a Rotterdam, otros, como Austria, participarán a través de videos pregrabados.
Las delegaciones de los países presenten también están sujetas a normas sanitarias estrictas, que incluyen la separación con el público y la obligación de pasar una prueba de detección de la COVID-19 cada 48 horas.
De hecho, el cantante polaco Rafal Brzozowski no podrá participar el domingo de la inauguración después de que un miembro de su delegación diera positivo.