Un rediseño de su política exterior fundamentado en el principio de no intervención es la manera en la cual México intenta dar “nuevas respuestas” a un mundo que carece de “cambios profundos”.
El canciller Marcelo Ebrard apuntó en la inauguración de la XXX Reunión de Embajadores y Cónsules en la Ciudad de México que para lograr esas respuestas “no apelamos solo a la tradición, sino también a la imaginación. Y por esto hablo del diseño de una nueva política exterior”.
Ebrard se dirigió a miembros del servicio diplomático, legisladores y representantes de empresas en una reunión que se celebra del 7 al 11 de enero. Del encuentro surgirá el diseño que marcará la política exterior mexicana durante el período presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Allí señaló el carácter general de la escena internacional para estos tiempos. “Estamos en un contexto global con cambios profundos. Algunos muy claros y muy acentuados, y otros quizás no tanto, pero van a tener implicaciones de gran alcance”, acotó el canciller.
La intención de México es hacer sentir su presencia en aspectos de gran relevancia global como la protección a los derechos humanos, el fortalecimiento de los valores democráticos o el cambio climático.
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“Causas globales que nos animan y con las que nos identificamos y relaciones bilaterales estrechas y productivas con el mayor número de países”, acentuó el canciller azteca.
La complicada relación con los Estados Unidos fue abordada bajo los siguientes lineamientos: “Pensar, diseñar y aplicar” una política de “coexistencia y correlación”, pues la región “hoy nos impone retos muy difíciles”.
Se plantea una “relación diferente” con los países del continente asiático y respecto a Europa consideró que hay que ir más allá de la modernización del Acuerdo Global.
Frente a Oriente Medio y África, Ebrard subrayó la necesidad de “revisar el posicionamiento” que pueda tener México con estas regiones del mundo.
El canciller explicó que bajo el amparo de la Constitución mexicana, el país se regirá a partir de ahora bajo los principios de no intervención, solución pacífica de conflictos y autodeterminación de los pueblos.
Con estas palabras desistió hacer cualquier comentario sobre Venezuela, luego de que la pasada semana México no firmara la reciente declaración del Grupo de Lima, que condenaba la dictadura en el país suramericano.
Ebrard, quien se describe a sí mismo como “optimista pero no ingenuo”, aclaró que “no intervención no significa pasividad” refiriéndose a los planes gubernamentales dirigidos a impulsar el desarrollo y disminuir la migración hacia el norte.
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De allí la importancia, según sus palabras, de generar “congruencia” entre causas defendidas dentro y fuera de sus fronteras mediante la aplicación de políticas concretas.
El mantenimiento de una “estrecha relación” con el sector empresarial será una pieza clave para la promoción económica en el exterior.
Una atención especial recibirán los aspectos culturales, la innovación y el desarrollo científico-tecnológico en este ambicioso plan.
La secretaria de Gobernación de México, Olga Sánchez Cordero, recalcó durante su intervención la importancia de la perspectiva de los derechos humanos en la gestión de los eventos migratorios.
Cordero resaltó las caravanas de migrantes centroamericanos como ejemplo para la aplicación de estos principios.
El trato humanitario a los migrantes servirá de fundamento para las decisiones gubernamentales al respecto. En sus palabras, “la política del Gobierno mexicano se basará en un enfoque que, privilegiando la visión humanitaria, se hace cargo de la inevitable necesidad de considerar por una parte las decisiones que al respecto adopte el Gobierno de los Estados Unidos”.
Por: José Espinoza