Halloween es un día para disfrazarse, comer y pedir caramelos, también para ver películas de terror, pero, ¿cómo se ha convertido en lo que es ahora? ¿Por qué los niños recorren sus comunidades diciendo «¿truco o trato?» o «dulce o truco».
Pero no siempre ser trató de esto. La celebración tiene muchos años de vida y muchas tradiciones paganas de trasfondo. Aunque en la actualidad todos estén buscando su mejor disfraz o adornando con calabazas, la historia es igual de atrayente.
¿Dulce o baile?
La mayoría de los expertos consideran que el origen del truco o trato está en una antigua costumbre europea de disfrazarse o ponerse máscaras para llamar a las puertas de los hogares y bailar, cantar o actuar a cambio de algo.
Elizabeth Pleck en su libro Celebrating the family aseguró que «la tradición surgió en Estados Unidos, donde comenzó a realizarse en Acción de Gracias». Al principio, los hombres iban de puerta en puerta y los niños iban detrás pidiendo monedas. La mayoría eran pobres y necesitaban dinero, pero, poco después, los niños ricos empezaron a hacer el «truco o trato». Se dejó de ir pidiendo de puerta en puerta en 1930, pero esta práctica volvió con fuerza a finales del siglo XX para que los niños dejaran de hacer bromas de Halloween.
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Disfraz de animales
Según antiguos registros de la época romana, las tribus asentadas en lo que hoy en día es Alemania y Francia se ponían cabezas y pieles de animales para conectar con los espíritus de los difuntos. Esta tradición siguió hasta el Samhain, la festividad celta que inspiró al Halloween estadounidense.
No siempre fueron calabazas
El origen de las conocidas linternas de calabaza (jack-o’lantern), típicas de Halloween, está en una vieja historia irlandesa sobre un hombre llamado Stingy Jack (Jack el tacaño). Según la historia, Jack había ido a emborracharse con el diablo e intentó convencerle de que se convirtiera en una moneda para pagar las bebidas sin gastar dinero. Tras conseguirlo, Jack se guardó al diablo, ya en forma de moneda, en el bolsillo junto a una cruz de plata que impedía que el diablo se transformase.
Prometió liberarle siempre y cuando no le molestara durante un año y, si moría, el diablo no podía llevarse su alma. Jack volvió a engañar al diablo, hizo que cogiera una fruta de un árbol y, mientras estaba subido en una rama, Jack talló el símbolo de la cruz en el árbol y así consiguió disfrutar de 10 años más de vida sin el diablo.
Cuando Jack murió, Dios decidió que no podía ir al cielo, pero el diablo había prometido no llevarle al infierno. Por eso, tuvo que vagar por la Tierra con un carbón encendido que le servía para alumbrar. Jack puso el carbón dentro de un nabo. Así los irlandeses empezaron a tallar caras espeluznantes en nabos, remolachas y patatas para ahuyentar a Jack y al resto de espíritus nocturnos.