La impresión 3D es también conocida como fabricación aditiva. Consiste en construir capas de material (plástico, metal o resina) y unirlas, hasta que finalmente se tiene el producto terminado.
Cuando la impresión 3D emergió hace 20 años, sus impulsores prometieron que revolucionaría muchas industrias.
En 2018, se vendieron 1,4 millones de impresoras 3D en todo el mundo, y se espera que sus ventas aumenten a 8 millones en 2027, según Grand View Research.
Es una técnica que ha estandarizado la industria odontológica, pues el tiempo de creación de coronas y puentes se ha reducido considerablemente. Por otra parte, Boeing está utilizando piezas impresas en 3D en sus naves espaciales, aviones comerciales y de defensa, mientras que BAE Systems utiliza esta tecnología para fabricar componentes para su Eurofighter Typhoon. Incluso hay una impresora 3D en la Estación Espacial Internacional, donde se utiliza para fabricar repuestos. Se han fabricado órganos, prótesis hasta armas.
Pero ¿comida?
Nova Meat, una empresa basada en Barcelona, presentó recientemente bistecs vegetarianos hechos a base de arvejas, arroz, algas y otros ingredientes. Sus creadores aseguran que reproduce la textura, sabor y apariencia de la carne de vaca.
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Se le ordena a través de comandos imitar las fibras que tiene la carne de origen animal. La primera muestra fue en la escuela culinaria de Barcelona, el filete tardó aproximadamente 20 minutos.
Esta es una fase de prueba, entre otras cosas, es un proceso caro pues se calculan $30 por cada kilo.
«Esta estrategia nos permite definir la textura en términos de masticabilidad y resistencia a la tracción y la compresión, e imitar el sabor y las propiedades nutricionales de una variedad de carnes y mariscos, así como su apariencia», señaló Guiseppe Scionti, fundador de Nova Meat.