Cuando Diana de Gales llegó a la familia real provocó opiniones encontradas, pero su encanto, carisma y acciones la convirtieron en más que un miembro del palacio, Diana fue un ícono que aun se recuerda con gran admiración y cariño. Meghan Markle por su parte, incluyó una fascinación especial en su llegada, que ahora ha arrojado al aire conflictos internos.
Su creciente enfrentamiento con «The Firm», expresión irónica utilizada para referirse a la monarquía como una lucrativa empresa, ha puesto en evidencia ciertos temas que no se tocaban públicamente, al menos no, a escalas actuales.
La boda en mayo de 2018 de esta popular actriz de televisión, una ferviente feminista californiana mestiza criada en el relajado desenfado de Hollywood, con el príncipe Harry, nieto de Isabel II, fue propia de un cuento de hadas y parecía destinada a modernizar la imagen de la realeza.
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Pero dos años después, Meghan, de 39 años, sacudió a la institución con su decisión de abandonar sus obligaciones como miembro de la familia real para mudarse con Harry y su bebé Archie primero a Canadá y luego a Estados Unidos, donde la pareja trabaja actualmente produciendo documentales para Netflix y podcasts para Spotify.
Luego de la entrevista con la estrella estadounidense de la televisión y amiga Oprah Winfrey, la familia enfrentó una nueva polémica.
Harry la apoyó en todo, afirmando querer evitar un nuevo drama como el que protagonizó su madre, la princesa Diana, muerta en 1997 en un accidente de tráfico en París tras haber roto estrepitosamente con su marido, el príncipe Carlos, y los rigores de la familia real.
Pese a su gran popularidad inicial, pronto la pareja comenzó a mostrar incomodidad ante el escrutinio de una prensa sensacionalista despiadada. Harry denunció «el sexismo y el racismo» contra su esposa en las redes sociales, como el tuit de un presentador de la BBC que tras el nacimiento de Archie escribió «el bebé real sale del hospital» junto a la foto de una pareja que daba la mano a un chimpancé. Fue inmediatamente despedido.
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En la entrevista la exactriz habló sobre el racismo que existía dentro de la familia real, cuando hicieron comentarios sobre el color de piel de su bebé, no han dicho quien los hizo, pero forma parte del círculo.
Al respecto, la reina Isabel II ha dado ya los primeros pasos y ha encargado una revisión, pausada pero firme, sobre las políticas de diversidad racial, étnicas o de orientación sexual que se aplican en la contratación del personal del palacio de Buckingham, Clarence House (residencia y centro administrativo de Carlos de Inglaterra) y el palacio de Kensington (el entramado que sostiene la labor del príncipe Guillermo y Kate Middleton, los duques de Cambridge).