Los bares y clubes nocturnos de Miami Beach tendrán que servir la última ronda de tragos a las dos de la madrugada porque la mayoría de los ciudadanos así lo quiso.
El pasado 2 de noviembre los habitantes de la ciudad insular cansados de la violencia votaron en una consulta popular a favor de reducir el horario para vender bebidas alcohólicas. En los últimos años crecieron las denuncias acerca de fiestas callejeras que culminaban en altercados y estridencias.
Las celebraciones pasaron de unos cuantos fines de semana a todo el año. Durante la pandemia las fiestas se multiplicaron. Como medida de control las autoridades cerraron el paso de vehículos por la calle principal de Ocean Drive en South Beach para permitir que los negocios colocaran sillas al aire libre para los bebedores.
Pero la situación en lugar de mejorar se agravó y fue entonces cuando la ciudad tuvo que imponer un toque de queda a partir de las ocho de la noche durante las vacaciones de primavera. Cuando la pandemia arrasaba en Estados Unidos miles de personas desafiaban a la enfermedad.
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En aquella ocasión más de mil personas fueron arrestadas, pero no fue suficiente. Nunca estuvo del todo claro el respaldo que tenían entre los habitantes las medidas, sobre todo en las islas de Miami Beach que dependen del turismo.
El alcalde de la ciudad, Dan Gelber, quien promovió el cierre a las dos de la madrugada, también ganó la reelección en los comicios del 2 de noviembre. “Esto es lo que quieren nuestros residentes”, dijo Gelber, y aseguró que el nuevo límite horario a la venta de alcohol era un primer paso para reposicionar el distrito de South Beach como un área para vivir, trabajar y jugar con nuevas viviendas, oficinas y espacios culturales. A partir de ahora la ciudad debe legislar para dar cumplimiento al mandato que le otorgó el referéndum.
No obstante, podrían acordarse algunos privilegios puntuales. Gelber dijo que estaría dispuesto a permitir que los hoteles más grandes con personal de seguridad vendan alcohol hasta las cinco de la madrugada como ocurre en la actualidad.
También miles de habitantes de Miami Beach se muestran contrarios a las medidas. Consideran que adelantar el cierre de los negocios le costará millones de dólares a la ciudad sin que con ello se detenga la inseguridad y los crímenes.
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Durante la campaña por el referéndum hubo protestas de personas que se negaban a rebajar el horario de venta de bebidas. Algunos propietarios de clubes nocturnos de South Beach invirtieron 675.000 dólares en una campaña fallida para poner fin al referéndum, informó The Miami Herald.
La coalición Citizens for a Safe Miami Beach dijo en un comunicado que planea “oponerse a soluciones que no hacen nada para resolver el crimen y que dejarán sin empleo a 4.100 trabajadores locales.
Además estiman que recortará decenas de millones de dólares de ingresos a la ciudad. Por ahora las ruidosas fiestas callejeras colmadas de jóvenes y turistas parecen haber llegado a su fin.