En el cerebro se unen varias hormonas que producen ciertas sustancias que acompañan a las emociones. La oxitocina (llamada la hormona del amor), por ejemplo, es una hormona que favorece los sentimientos de conexión y apego. La producimos cuando abrazamos a nuestra pareja de muchos años, o a nuestros hijos. La ciencia se ha encargado de dilucidar los lugares del cerebro que se activan en las relaciones amorosas y los componentes químicos que participan para así entender mejor qué pasa en nuestro cerebro cuando hay amor.
La antropóloga Helen Fischer es profesora de la Universidad Rutgers, ha dedicado gran parte de su carrera al estudio de las vías bioquímicas del amor en todas sus manifestaciones: deseo sexual, enamoramiento y cariño, así como sus idas y venidas de acuerdo a National Geographic.
«La mujer utiliza inconscientemente el orgasmo para saber si un hombre le conviene. Si es impaciente y brusco y ella no alcanza el orgasmo, puede intuir que tal vez no será un buen marido ni un buen padre. Algunos científicos creen que el orgasmo podría haber evolucionado para ayudar a la mujer a distinguir al compañero adecuado del que no lo es», afirmó a la revista.
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Cuando alguien ve a su persona amada, las partes del cerebro relacionadas a la gratificación y el placer se activan, es una red de receptores de la dopamina según Fisher.
Por su parte, la neurocientífica Stephanie Cacioppo indaga en el romance, la pérdida y la conexión humana en su libro «Wired for Love: A Neuroscientist’s Journey Through Romance, Loss and the Essence of Human Connection».
Explicó que, al enamorarse, lo primero que se nota es una sensación de bienestar porque el cerebro libera unos neurotransmisores que mejoran el estado de ánimo. Cuando se encuentra el amor, «es como si hubiera fuegos artificiales biológicos», dijo al New York Times. «Nuestro ritmo cardiaco se eleva, nuestros niveles de oxitocina aumentan, lo cual nos hace sentir conectados. Nuestros niveles de la hormona y el neurotransmisor llamado norepinefrina se disparan y perdemos la noción del tiempo; nuestros niveles de adrenalina también aumentan, lo que dilata los capilares de nuestras mejillas y nos hace sonrojar».
De igual manera, los niveles de serotonina, una hormona clave para regular el apetito y los pensamientos ansiosos intrusivos, descienden. Después hay una profunda sensación de calma y satisfacción con la pareja, «se activan áreas cerebrales que desencadenan no solo emociones básicas, sino también funciones cognitivas más complejas. Esto puede conducir a varios resultados positivos, como la supresión del dolor, más compasión, mejor memoria y mayor creatividad. El amor romántico se siente como un superpoder que hace que el cerebro prospere», destacó.