Desde Medellín hasta Miami, el trayecto de Alejandra Sánchez no ha sido simplemente geográfico. Ha sido una travesía de transformación interior, de consciencia alimentaria, de propósito y, sobre todo, de expansión. Ingeniera en alimentos y especialista en nutrición holística, Alejandra no solo ha encontrado un hogar en Estados Unidos, sino también un escenario desde el cual amplifica su voz y su visión: crear un impacto profundo y duradero en la salud de las familias latinas a través de la educación alimentaria.
Criada en el seno de una familia paisa, sus raíces colombianas siguen latiendo con fuerza, aun a 2.400 kilómetros de distancia. Recuerda con afecto cómo su abuelo, un hombre de mundo, sembró en ella una inquietud temprana por lo que había más allá de las montañas de Antioquia. “Detrás de esas montañas hay algo más grande”, le repetía. Esa frase, más que un consejo, fue una profecía que Alejandra convirtió en destino. Desde los primeros viajes familiares a Estados Unidos quedó fascinada por Miami, una ciudad que más tarde la acogería no solo como residente, sino como creadora, mentora y agente de cambio.
Una década después de haber emigrado, Alejandra celebra no solo los logros, sino la manera como ha podido representar con orgullo su identidad colombiana en suelo estadounidense. “Me siento honrada de impactar este país, como colombiana, de una manera positiva. Poder hacerlo desde el campo de la nutrición es un regalo”, afirma con emoción genuina.
Su vida profesional se ha nutrido de una sólida formación académica y de una sensibilidad excepcional hacia el bienestar humano. Además de su especialización en nutrición holística, Alejandra suma una formación en gerencia, lo que la convierte en una figura versátil, que transita con naturalidad entre la ciencia de los alimentos y el mundo de los negocios. Es mentora de empresarios latinoamericanos que, como ella, sueñan con consolidarse en Estados Unidos, y su experiencia se ha vuelto un faro para quienes buscan orientación clara en medio de contextos desconocidos. “Aquí las cosas no funcionan como en nuestros países, hay que aprender, asesorarse bien y tener una mentalidad de servicio para lograr el éxito”, afirma con convicción.
Desde hace nueve años lidera el programa “Creando Conciencia con Aleja”, un espacio audiovisual que, más allá de contenidos informativos, ofrece una filosofía de vida. Alejandra no enseña dietas ni promueve modas alimentarias. Su enfoque parte de una visión holística en la que el cuerpo, la mente y el espíritu se consideran partes inseparables de la salud. Su lema, “Aprende a transformar tu salud y la de tus hijos por medio de hábitos saludables”, no es solo un eslogan, sino una práctica diaria que predica con el ejemplo.
Habla con especial énfasis del papel de los padres en la educación alimentaria. “Nos preocupamos mucho porque nuestros hijos aprendan matemáticas o historia, pero se nos olvida enseñarles sobre nutrición, sobre relaciones personales, sobre empatía”, reflexiona. Una de sus enseñanzas más poderosas tiene que ver con el amor propio; para Alejandra, todo comienza allí. “Cuando enseñas a tu hijo a amarse, estás cultivando autoestima desde sus primeros años de vida, y eso es un legado que permanece”, dice con la certeza de quien ha visto los frutos de esa semilla.

Un juego de enseñanzas
En sus conferencias y asesorías personalizadas, Alejandra invita a repensar prácticas tan cotidianas como el clásico “avioncito” con la cucharita. “Les decimos: esta por la mamá, esta por el abuelito… pero olvidamos enseñarles que también comen por ellos mismos, por su bienestar”, explica. En cambio, propone transformar el juego y contarles a los niños los beneficios de lo que están comiendo: que la zanahoria mejora la vista, que el brócoli fortalece el cerebro. “Los niños son muy inteligentes, y si les hablamos con la información correcta, ellos la entienden”.
Su incursión en el mundo digital, lejos de ser accidental, fue el resultado natural de su deseo de compartir lo que había transformado su propia vida. Lo que comenzó como una necesidad personal se volvió un canal para ayudar a miles de familias. Hoy, agradece la oportunidad de haber encontrado en las redes sociales un vehículo de expansión y servicio. “Me cambió la vida porque lo que funcionó para mí y mi familia lo pude compartir con millones. Ver sus testimonios es una de mis mayores satisfacciones”.
Te puede inbteresar: El arte a través de la actuación: Colombia en un lienzo
A pesar de su arraigo en Miami, Alejandra no olvida sus raíces. Su amor por Colombia permanece intacto, especialmente por Medellín que define como su locura y su orgullo. Pero también reconoce que su lugar hoy está donde puede crecer y conectar con otras culturas. “Aquí soy feliz”, dice con la seguridad serena de quien ha encontrado su sitio en el mundo.
Con fe, determinación y una visión clara, Alejandra Sánchez ha tejido una historia de coherencia y propósito. Su recorrido, tan personal como universal, nos recuerda que migrar no es solo cambiar de lugar, sino de mirada. Y que, desde cualquier parte del mundo, una colombiana puede ser semilla de consciencia para transformar generaciones.