Con una generalidad pasmosa, la tragedia de unos podría ser la ventura de otros y este punto lo ha dejado claro el Secretario de Comercio de los Estados Unidos quien recientemente dijo que la aparición del coronavirus en China podría traer empleos a los Estados Unidos.
La tradición pragmática estadounidense en materia de negocios es centenaria, al punto que desde la época de los puritanos han tenido meridiana claridad en relación de hasta dónde llegan los asuntos de Dios y comienzan los negocios.
Wilbur Ross, el jefe de la cartera de comercio, expresó a los medios, sin más gestualidad que la que puede ofrecer un funcionario público, que el brote viral en China podría ofrecer un beneficio inesperado para la economía estadounidense: “Podría alentar a los fabricantes americanos en China a regresar a los Estados Unidos”.
Puedes leer: Mitchell McConnell parece tener lista la absolución del presidente Donald Trump
En medio de este drama que significan las muertes en China y las alarmas planteadas por la OMS en relación a los peligros que engendra la propagación de esa “colonia mortal”, la administración Trump hace cálculos en los meses previos a unas presidenciales.
Es por eso que para Ben Bernanke, un economista y político estadounidense de origen judío que desempeñó el cargo de presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, fue tan fácil llegar a la conclusión de que “la historia ha demostrado una y otra vez la resistencia inherente y los poderes de recuperación de la economía americana”.
Fox Business Network fue el canal receptor de las declaraciones de Wilbur Ross, quien cree que la situación sanitaria en China “ayudará a acelerar el retorno de los empleos a América del Norte. Algunos a EE.UU., probablemente algunos a México también”.
Para Ross, un inversionista de Nueva Jersey, conocido por la reestructuración de compañías fallidas en industrias como el acero, el carbón, las telecomunicaciones, la inversión extranjera y los textiles, el asunto en China no aporta sino datos probabilísticos que mira en su ordenador.
Sin embargo en tiempo real el nuevo virus, de la familia de los coronavirus, ha paralizado los negocios en China. El centro industrial de Wuhan y otras ciudades chinas están bloqueadas. China ha reportado más de 7 mil 700 casos y 170 muertes.
Negocios infestados
La crisis también ha empezado a afectar a las empresas estadounidenses con operaciones en China. El CEO de Apple, Tim Cook, ha dicho que los proveedores de la compañía en China se han visto obligados a retrasar la reapertura de las fábricas que cerraron por el feriado del Año Nuevo Lunar. Más de la mitad de las tiendas de Starbucks en China están ahora cerradas. McDonald’s ha cerrado varios cientos de restaurantes en China.
De acuerdo a una nota publicada por Asssociated Press, Ross enfatizó que no “quería hablar de una vuelta de la victoria sobre una enfermedad muy desafortunada y muy maligna”.
Añadió, sin embargo, que “el hecho es que le da a las empresas otra cosa más que considerar cuando pasan por la revisión de su cadena de suministro”.
Puedes leer: Una mujer en Chicago contagió a su pareja con coronavirus que contrajo en Wuhan
Incluso antes del brote viral, muchas empresas estadounidenses y otras empresas extranjeras habían estado reconsiderando su presencia en China y considerando sus opciones de reubicación en otros lugares, posiblemente en Asia. Esto se debe en parte a que el presidente Donald Trump ha impuesto aranceles a las importaciones chinas por valor de 360 mil millones de dólares en una guerra por las políticas económicas de Pekín y en parte a que la mano de obra china y otros costos han ido en aumento.
Pero los escépticos dudan de que muchas compañías americanas con profundas raíces en China puedan abandonar el país simplemente por el virus. Por un lado, nadie sabe cuánto tiempo durará el brote viral o cuánto daño puede infligir. Y toma un tiempo significativo para que las compañías escojan proveedores o lugares para sus fábricas.