En ocasiones los migrantes enfrentan odiseas, pero cruzar el desierto de Atacama, al norte de Chile, el más árido del mundo, luce como una verdadera locura.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) informó que desde noviembre pasado se ha incrementado el número de personas que llegan caminando de Venezuela al norte de Chile. Por ello su personal en el terreno amplió sus operativos para entregarles asistencia vital, puesto que arriban en deplorables condiciones de deterioro.
La mayoría llega sin zapatos de tanto caminar y con grandes ampollas en los pies. Lucen como sobrevivientes de una hecatombe. Se desplazan por vías irregulares, exponiéndose a las inclemencias del inhóspito desierto y corren riesgos de explotación sexual y abuso por parte de grupos criminales.
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ACNUR señaló que los venezolanos llegan a pie y sin ropa adecuada para las condiciones climáticas extremas del Atacama. En las noches las temperaturas pueden bajar a -25 °C y en el día se sitúa en los 50 °C a la sombra. Esos migrantes por necesidad se convierten en unos verdaderos expertos en supervivencia.
Muchas personas llegan desnutridas, deshidratadas, con hipotermia y mal de altura. En 2021 se registraron al menos 21 muertes de migrantes en el desierto de Atacama.
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