La preocupación por la salud de los polinizadores ha llevado a un equipo de investigadores de la Universidad de Florida (UF/IFAS) a desarrollar un ambicioso proyecto para reducir su exposición a pesticidas tóxicos, especialmente en plantas ornamentales. La investigación, liderada por el matrimonio de científicos Chris y Sandra Wilson, combina conocimientos en toxicología ambiental y horticultura con el objetivo de crear prácticas más seguras para insectos clave como las abejas y las mariposas.
La inspiración para este proyecto surgió de una simple observación cotidiana. Chris Wilson, presidente interino del departamento de ciencias del suelo, agua y ecosistemas de UF/IFAS, recuerda haber visto una etiqueta en una planta de pensamientos comprada en un vivero que alertaba sobre el uso de insecticidas. “Recuerdo que pensé: ‘Pero las abejas no pueden leer las etiquetas’”, comentó. Esta reflexión motivó a los Wilson a investigar más a fondo la relación entre los pesticidas usados en la horticultura ornamental y los efectos en los polinizadores.
Gracias a una subvención de $750.000 otorgada por el Instituto Nacional de Alimentos y Agricultura del USDA, el equipo está evaluando cómo las decisiones de aplicación de pesticidas influyen en la presencia de químicos tóxicos en el néctar y el polen de las flores. Su meta es doble, proteger a los polinizadores y ayudar a los productores de plantas ornamentales, una industria que mueve más de $21,000 millones en Estados Unidos, a reducir riesgos involuntarios.
Los polinizadores, como abejas, mariposas y colibríes, dependen de las flores para alimentarse, pero cuando estas han sido tratadas con pesticidas sistémicos, pueden convertirse en una amenaza. La exposición a estos químicos puede causar desorientación, temblores, fallos reproductivos o incluso la muerte. “Los polinizadores que intentamos apoyar con plantas ornamentales pueden verse perjudicados sin querer por nuestros esfuerzos”, explicó Sandra Wilson, profesora del departamento de horticultura ambiental.
Insecticidas bajo estudio
Uno de los insecticidas bajo estudio es el tiametoxam, un compuesto de amplio espectro utilizado frecuentemente en viveros. En las pruebas con salvia ‘Indigo Spires’, se descubrió que la forma de aplicación influye drásticamente en la cantidad de residuo presente en el néctar. El método de empapado del suelo, por ejemplo, produjo concentraciones 117 veces mayores que la aspersión cuando se aplicó a plantas no florecidas.
“Esperaba que rociar directamente las flores generara las concentraciones más altas”, comentó Chris Wilson. “Pero empapar el suelo resultó en niveles mucho mayores. Para mí, eso fue revelador”.
Otro hallazgo relevante provino de pruebas realizadas con lantana. En este caso, la aplicación por aspersión no generó niveles detectables de pesticida en la mayoría de las muestras, mientras que el empapado sí lo hizo. La investigadora Mia Cabrera sugirió que la textura leñosa de las hojas de lantana podría haber limitado la absorción superficial del pesticida.
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Vanesa Rostán, estudiante de doctorado que colabora en el proyecto, explicó que uno de los grandes retos es encontrar un equilibrio entre el uso necesario de pesticidas en la producción ornamental y la protección de los polinizadores. “Esperamos encontrar un punto medio”, afirmó.
Más allá de los resultados de laboratorio, los Wilson planean compartir sus hallazgos con productores agrícolas y viveristas. A través de talleres, videos educativos y guías prácticas, buscan fomentar un cambio real en las prácticas de manejo de pesticidas. A largo plazo, aspiran a trabajar mano a mano con la industria ornamental para establecer protocolos que garanticen la seguridad de los polinizadores sin comprometer la viabilidad comercial.