Donald Trump “devolvió la pelota” a la cancha de Nancy Pelosi tras desautorizar a la Fuerza Aérea a transportar a una delegación de legisladores de la Cámara de Representantes que realizaría una “visita sorpresa” a las fuerzas militares estadounidenses acantonadas en Afganistán.
La decisión tuvo una denotada intensión de revancha, luego que la presidente de la Cámara Baja recomendara a través de una misiva al Jefe de la Casa Blanca que aplazara el pronunciamiento de su discurso en torno al Estado de la Unión, sugerencia que dibujó argumentando indisposición logística para la seguridad como consecuencia del cierre del gobierno que está a punto de llegar a los 30 días.
Haciendo uso de herramientas similares a la líder demócrata, pero esgrimiendo sus habilidades para el sarcasmo, Donald Trump remitió una misiva a Nancy Pelosi, en la que expresó que “a la luz de los 800 mil grandes trabajadores estadounidenses que no reciben pago, estoy seguro de que estaría de acuerdo en que posponer este evento de relaciones públicas es totalmente apropiado”, escribió Trump. “También siento que, durante este período, sería mejor si estuvieras en Washington negociando conmigo y uniéndote al fuerte movimiento de seguridad fronteriza para poner fin al cierre”.
A las afueras del Congreso se quedó varado un autobús de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que tenía como misión transportar a los legisladores a la Base Conjunta Andrews donde un avión militar los llevaría a cumplir su misión en Afganistán.
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Este intenso raqueteo que podría estar llegando al rango del “obstruccionismo” no parece ser sano para la nación y en particular para los trabajadores federales que están en medio de un duelo de poderes, enfrentamiento que no tiene signos de destrabe en lo inmediato.
De acuerdo a un trabajo realizado por los periodistas Julie Hirschfeld Davis , Annie Karni y Nicholas Fandos del The New York Times, “algunos miembros han expresado su preocupación al decir que debemos decirles a nuestros electores para qué estamos y cómo se vería en términos de seguridad fronteriza”, dijo la Representante Lucille Roybal-Allard, demócrata de California y presidenta del subcomité de asignaciones, que maneja la seguridad de la patria. “Esa es probablemente una manera de responder a eso, y una forma que no viole lo que estamos diciendo: abrir el gobierno y luego hablaremos sobre la seguridad de la frontera”.
La carta redactada por Donald Trump, de acuerdo a la apreciación de The New York Times, contenía el último recordatorio, si es que se necesitaba, de que el estancamiento de la demanda de Trump de que los demócratas apoyen su solicitud de US$ 5 mil 700 millones para construir un muro fronterizo ha alcanzado un tono tan venenoso que incluso los rituales de gobierno más tradicionales – el discurso anual del presidente a una sesión conjunta del Congreso, los viajes periódicos de los legisladores al extranjero para recopilar datos y llevar a cabo la supervisión – se consumieron en una tormenta de mala voluntad y agendas en conflicto.
De acuerdo a datos a los que tuvo accedo el gigante periodístico de la “Gran Manzana”, funcionarios de la Casa Blanca, incluyendo a Mick Mulvaney, el jefe de personal interino, se molestaron por la invocación de las preocupaciones de seguridad de Pelosi como su premisa para instar a Trump aplazar su discurso, “y trataron de ponerla en su lugar después de haber enfatizado que ella representó una rama igual en el gobierno”, según los asesores que hablaron bajo la condición de anonimato para describir las discusiones internas.
“Privar a Pelosi de un avión era la forma más fácil de recordárselo, dijeron. Así que Trump hizo un juego por el dominio y superación personal. Los asistentes de la Casa Blanca se mostraron entusiasmados con la medida, incluso cuando algunos reconocieron que los miembros de la Cámara Republicana podrían temer por sus propios viajes en el futuro”.