De acuerdo a The Post, Donald Trump sigue dando muestras de su desinterés por el medio ambiente y ha hecho los arreglos junto a autoridades Ejecutivas y Legislativas de Alaska, para desafectar para la explotación comercial al Bosque Nacional Tongass.
El inquilino de la Casa Blanca está tratando de revertir las restricciones a la explotación forestal, minera y energética en 6,75 millones de hectáreas del Bosque Nacional Tongass, Alaska, considerado el mayor bosque templado húmedo del mundo, informó The Washington Post.
El Tongass abarca una porción gigante del sureste de Alaska fronteriza con Canadá con bosques de abetos, tsugas y cedros, así como ríos con salmones e imponentes fiordos, más toda una biodiversidad que estará en peligro de fracturarse o desaparecer.
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Expertos indican que el territorio protegido es vital para especies como el oso pardo, el ciervo de cola negra de Sitka o el azor común.
El aguerrido diario washingtoniano aseguró que el mandatario ya habría ordenado a su secretario de Agricultura, Sonny Perdue, que decrete una exención en ese territorio tras discutir el asunto con el gobernador de Alaska, el republicano Mike Dunleavy.
Se trata de un impacto ambiental importante que se daría en la zona, no solo porque la decisión por si misma conllevaría la desprotección de más de la mitad del bosque, permitiendo su explotación económica, sino porque posibilitaría la construcción de carreteras y a través de ellas dejar pasar en volúmenes inapropiados para el ecosistemas a su máximo depredador: el hombre.
De acuerdo a la historia sería el expresidente Bill Clinton (1993-2001) quien decretó las restricciones días antes de dejar la Casa Blanca, unas normas que George W. Bush (2001-2009) ya trató de revertir sin éxito.
Según reporta The Post la senadora republicana por Alaska, Lisa Murkowski, también ha presionado a Trump para que se deshaga de las restricciones de Clinton.
La congresista habría dicho a través de un comunicado que “la industria maderera ha disminuido de forma precipitada, y es sorprendente que los pocos ingenios que quedan en el bosque nacional más grande de nuestra nación tengan que preocuparse constantemente por quedarse sin suministros”.
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La senadora, a su vez, dijo que la protección está “perjudicando” la capacidad de Alaska “de desarrollar una economía sostenible durante todo el año para la región sudeste, donde menos del uno por ciento de la tierra es de propiedad privada”.
Frente a las declaraciones de la congresista The Post correspondió con datos el objetivo de su denuncia y precisó que “menos de un 1 % de los empleos en el sudeste de Alaska dependen de la industria maderera, mientras que un 17 % lo hace del turismo y un 8 % del procesamiento de pescado”.
El rotativo capitalino indicó que la gestión de los bosques se ha convertido en una obsesión para Trump, que el año pasado ya aprobó una medida destinada a aumentar la tala de árboles en estos territorios protegidos.