Cuentan que los aztecas encontraron una inmensa y maravillosa ciudad abandonada en la cuenca de México y su impresión fue tan fantástica que la llamaron Tollan-Teotihuacán, “allí donde los hombres se convierten en dioses”.
Ellos creyeron que esa metrópoli, situada al noroeste del estado de México, había sido construida por gigantes. Luego crearon el mito según el cual en ella se habían reunido los dioses para asegurar la existencia del mundo.
La historia de esta ciudad ya era una verdadera leyenda cuando, el 7 de julio de 1520, Hernán Cortés y sus hombres pasaron entre sus ruinas en medio de la conquista de México. En 1987 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
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Hoy Teotihuacán, cuna de una de las civilizaciones más conocidas y avanzadas de su época, es una de las zonas arqueológicas más importantes de México y Mesoamérica. Sus majestuosas pirámides, los palacios con sus murales y relieves, la eterna Calzada de los Muertos custodiada por construcciones milenarias impresionan a los visitantes.
La ciudad había sido uno de los principales centros urbanos en el mundo antiguo, con más de 20 kilómetros cuadrados y cerca de 150.000 habitantes. Sin embargo, fue abandonada a mediados del siglo VII por causas que aún se desconocen. Los aztecas encontraron sus ruinas varios siglos después.
Las primeras excavaciones con fines arqueológicos llevadas a cabo en Teotihuacán comenzaron en el año 1675. A pesar de ello, tan solo se conoce una mínima parte de lo que fue la ciudad. Sólo se puede observar el 10% de su superficie total.
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La inmensa cantidad y calidad de sus monumentos convierten esta zona arqueológica en la más importante del centro del país. El verdadero origen de Teotihuacán es un misterio. Las evidencias arqueológicas indican que hacia el año 800 a. C. el valle de Teotihuacán estaba poblado por pequeñas aldeas agrícolas que con el tiempo empezaron a explotar las minas de obsidiana de la zona.
Pero en 200 a. C. puede hablarse de una primera ciudad, con más de siete mil habitantes y unos seis kilómetros cuadrados de superficie dedicada al comercio de esta roca volcánica.
Varias fuentes históricas señalan que los aztecas llegaron a estas ruinas para orar y celebrar ritos. El monumento más grande es la Pirámide del Sol cuyo uso se desconoce. Luego se encuentra la Pirámide de la Luna de menor tamaño.
Un imponente sistema subterráneo a lo largo de la ciudad llevó a las civilizaciones posteriores a pensar que los pobladores salían del interior de la tierra.