El mundo natural regala incalculables beneficios para la salud y la medicina -por ejemplo, los osos polares pueden ayudar a combatir la diabetes pero está en la lista de especies amenazadas- y aún queda mucho por descubrir, sin embargo, corre el riesgo de desaparecer, y eventualmente, la especie humana se vería completamente afectada.
La Conferencia de Biodiversidad de la ONU, la COP25, que concluyó en Montreal, tuvo un histórico acuerdo para proteger el 30% de las tierras, zonas costeras y aguas continentales del planeta para finales de la década.
Actualmente, un millón de especies están en peligro de extinción, y si las especies continúan perdiéndose de forma, las funciones de los ecosistemas, vitales para la salud humana y la vida, seguirán perturbadas.
Hasta la fecha, solo se han identificado alrededor de 1,9 millones de especies en el mundo, de las que muchas apenas han sido estudiadas. Se cree que hay millones más que son completamente desconocidas.
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Desde hace aproximadamente 3700 millones de años, el mundo natural ha generado sus propios laboratorios vivientes que hacen sus pruebas clínicas particulares.
Por ejemplo, en los arrecifes de coral están los llamados caracoles de conchas cónicas, un molusco depredador que caza con unos dardos que contienen 200 compuestos tóxicos distintos.
«La droga Ziconotide copia exactamente a un péptido tóxico de uno de estos caracoles, y no es solo 1000 veces más potente que la morfina, sino que también evita la tolerancia y la dependencia que los opioides pueden causar», explicó la ONU en un informe.
Hasta la fecha, de las 700 especies de caracol de concha cónica, solo se han examinado en detalle seis, y de los miles de compuestos únicos que albergan, solo se han estudiado 100 aproximadamente.