La paternidad en el mundo moderno implica comprometerse desde el punto de visto emocional, donde se atiendan a las necesidades psicológicas y sociales de los hijos. En una época, era muy común ver a la figura del padre como un mero proveedor. Es algo que se ve en la televisión, películas y literatura; es común en referentes culturales.
Tom Buchanan, uno de los personajes de la novela de «The Great Gatsby» de F. Scott Fitzgerald, es un padre ausente que sólo cumple con su papel de proveedor para su familia; en «To Kill a Mockingbird» de Harper Lee, el personaje de Atticus Finch es un padre cariñoso y comprensivo, pero también se enfoca principalmente en proveer para su familia y no en su papel emocional; en la serie Mad Men el personaje de Don Draper es un padre ausente que se enfoca principalmente en su carrera publicitaria y en el dinero para la familia; Vito Corleone en «The Godfather» personifica un padre que se preocupa principalmente por proteger a su familia y mantenerlos financieramente, pero de nuevo, no existe un vínculo emocional, algo que cambia al convertirse en abuelo.
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Hay cientos de ejemplos más en la cultura moderna. Pero cada vez más, los estudios respaldan una máxima: los padres deben estar disponibles emocionalmente para sus hijos y fomentar un ambiente familiar donde la comunicación sea abierta y honesta. De esta manera, se puede tener un impacto significativo en su desarrollo emocional y cognitivo, lo que puede marcar la diferencia en su futuro éxito académico y personal.
El papel del padre en la crianza de los hijos ha evolucionado con el tiempo. Actualmente, los padres están cada vez más involucrados en la educación y el cuidado diario de los hijos. Según un informe del Pew Research Center, los hombres gastan dos veces más tiempo cuidando a sus hijos en comparación con hace cincuenta años.