“La libertad es esencial”, “Wolf es un dictador”, “Esto es comunismo”, “Libertad o muerte”, “No me pises”, “Tom Wolf: No eres esencial”,”Rednecks 2 reabre PA”, “El lobo es un virus”…
Estas fueron algunas de las expresiones lanzadas contra las paredes del Capitolio de Pensilvania en Harrisburg, donde un grupo de manifestantes, calculados por algunos medios de comunicación como no menor de 2 mil personas, demandaron al gobernador Tom Wolf la inmediata reapertura de las actividades económicas de la región paralizadas a consecuencia de la pandemia del coronavirus.
“Wolf trabaja para nosotros”, repitieron en cánticos los manifestantes en su mayoría integrantes de ReOpen PA, Pennsylvanians Against Excessive Quarantine y End the Lockdown PA, entidades que organizaron el evento.
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Las demandas fueron todas enmarcadas dentro del ámbito de las aspiraciones: “Quiero graduarme en el 2020”, “Trabajo, no bienestar”, “Todos los negocios son esenciales”, “La Iglesia es esencial” o “La libertad no es gratis si la vacuna es obligatoria”.
La manifestación tuvo como centro el grave deterioro de la economía que tocó hace rato el bolsillo de los ciudadanos y que en el ámbito nacional ha generado no menos de 22 millones de parados.
El Capitolio estuvo acorralado por un desfile de automóviles, motos y camiones que giraron varias veces las manzanas alrededor del Capitolio durante horas, empezando unas horas antes de que empezara la protesta comenzara. Cuando terminó la parte programada del evento, continuó, mientras la gente sacaba carteles por las ventanas de sus autos.
En la palestra partidista apareció el representante Aaron Bernstine, (R-Beaver, Butler, Lawrence), quien dijo a los manifestantes que fue “un increíble esfuerzo de la base”.
“Desafortunadamente, algunas personas han perdido sus vidas” por el virus, dijo Bernstine. “Mi corazón está con cada una de esas personas. Pero mi corazón también está con el millón y medio de personas de Pensilvania que no tienen trabajo”.
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Diamond le pidió a la Secretaria de Salud, doctora Rachel Levine, que considerara el costo psicológico que el cierre tiene para los residentes del estado.
“No podemos permitir que la cura sea peor que la enfermedad”, dijo.