De acuerdo al periodista especialista en temas económicos Niv Elis, va a ser políticamente difícil para el Presidente Trump y el Congreso utilizar las herramientas tradicionales para estimular el crecimiento si una recesión se inicia en algún momento el próximo año.
Todas las opciones de las que hemos oído hablar en esta semana son parte del algoritmo que se usa en estas situaciones: La reducción de impuestos y el aumento del gasto.
Ambos movimientos se consideran formas de estimular la economía para que se recupere de una recesión, pero eso podría ser difícil con un déficit presupuestario anual que se eleva por encima de 1 billón de dólares, en un momento de crecimiento económico positivo.
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Niv Elis, el reportero en The Hill, enfocado en temas relacionados con el gasto federal y asuntos económicos, escribió un informe en el que precisa que “los déficits en alza podrían arrinconar a Trump si hay una recesión”
Algunos comentarios
De acuerdo a un comentario obtenido de Marc Goldwein, jefe de política del Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés), “puede que no exista el apetito político de pedir más dinero prestado”, dice que aboga por la reducción de la deuda.
La deuda ya está en camino de alcanzar el 100 por ciento del producto interno bruto de la nación en la próxima década, y el miércoles llegaron más noticias negativas de la no partidista Oficina de Presupuesto del Congreso.
Afirmó que el amplio acuerdo presupuestario del año pasado, que eleva los techos de gasto en 2020 y 2021, añadirá 1,7 billones de dólares al déficit de Estados Unidos en la próxima década. Eso viene después de que Trump firmara un gigantesco recorte de impuestos en la ley que redujo la tasa de impuestos corporativos.
La sombra de la recesión
Los temores a una recesión han aumentado en las últimas semanas, a medida que los mercados de bonos mostraban una señal de advertencia conocida como curva de rendimiento invertida, al igual que las proyecciones de crecimiento en todo el mundo han caído. Los analistas de Bank of America dijeron que las posibilidades de una recesión en el próximo año habían aumentado de un quinto a un tercio.
Ese temor ha suscitado preocupaciones sobre cómo se ha manejado la política fiscal desde que Trump asumió el cargo.
Desmond Lachman, miembro residente del derechista American Enterprise Institute, dijo que “lo que Trump ha hecho es aumentar el tamaño del déficit en un momento en que la economía es muy fuerte, lo que ha comprometido nuestras finanzas públicas”.
El mejor enfoque, dice, habría sido reducir los déficits durante los tiempos de auge, reabasteciendo el arsenal fiscal para cuando las cosas se pongan difíciles. Cuando el gasto ya es alto y los impuestos son bajos cuando una recesión golpea, hay menos espacio para maniobrar.
“Eso es realmente muy malo, porque cuando se trata de proporcionar apoyo a la economía, darle un impulso fiscal, estás en una caja”, dijo.
Alarmas encendidas
De acuerdo al trabajo de Niv Elis, quien es graduado de la Universidad Wesleyan y de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins, con experiencia en economía, políticas públicas, gestión de conflictos y asuntos de Oriente Medio, los halcones fiscales han estado haciendo sonar esa alarma como una política financiada con déficit tras otra que ha pasado por el Congreso y ha llegado al escritorio de Trump.
Maya MacGuineas, presidenta de la CRFB, dijo que “entre el acuerdo sobre el presupuesto, los recortes de impuestos y otras leyes recientes que no han sido pagadas, los legisladores han duplicado los déficits a corto plazo en los últimos años”.
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“Es una vergüenza para ellos no haber reducido la deuda proyectada para darnos más espacio para luchar contra la próxima recesión y gestionar el envejecimiento de la población”, agregó.
Lachman y otros expertos dicen que es probable que el problema tenga que ver tanto con la política como con la economía.
“El cielo no se está cayendo, no nos va a llevar a una gran crisis. Pero habrá más preocupación de que no podamos endeudarnos más, por lo que será más difícil utilizar el estímulo presupuestario”, dijo Lachman.
Cuando la Gran Recesión golpeó hace más de una década, hubo una severa reacción política a la legislación de estímulo firmada por el presidente Obama.
Sin aprendizaje aparente
Algunos economistas de la época argumentaron que el estímulo debería haber sido aún mayor, y podría haber sido así si no hubiera sido por la resistencia política. En ese momento, la carga de la deuda del país era inferior a la mitad de su nivel actual.
Con frecuencia, el problema se plantea cuando los países con un alto nivel de endeudamiento atraviesan momentos económicos difíciles.
Un estudio realizado en 2017 por la ex Consejera de Economía Christina Romer y su esposo, el economista David Romer, encontró que los países que tienen altos niveles de deuda son más reticentes a estimular sus economías cuando una recesión golpea, en parte por razones políticas.
“La política fiscal contracíclica se ha vuelto tan polémica políticamente que los responsables políticos podrían negarse a utilizarla la próxima vez que un país se enfrente a una crisis”, escribieron.
Eso, dice Goldwein, puede llevar a recesiones más profundas y prolongadas.
“Los países con un alto nivel de endeudamiento tienen menos espacio fiscal, por lo que hacen menos para combatir la recesión. Como resultado, la economía se recupera más lentamente y menos completamente”, dijo.
Los grupos conservadores ya están advirtiendo que los altos déficits y la deuda dificultarán el gasto cuando llegue la próxima recesión.