El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mostró usando un tapabocas en público por primera vez este sábado desde el inicio de la pandemia del coronavirus.
El mandatario, quien llegó a declarar que no usaba tapaboca para no darle gusto a sus detractores, usó una mascarilla azul oscuro con el sello dorado de la presidencia, durante una visita al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, ubicado en Bethesda (Maryland), en las afueras de Washington, donde se reunió con soldados heridos y trabajadores de la salud.
Algunos medios han informado que Trump ha cedido en su negativa de usar máscara, ante las presiones ejercidas desde distintos sectores para establecer un ejemplo de salud pública en medio de un imparable avance en los contagios en Estados Unidos.
El gesto ocurre en medio de fuertes debates en distintos estados del país sobre la imposición del uso obligatorio del protector facial.
Antes del encuentro, Trump confirmó que usaría el tapabocas. “Creo que llevaré mascarilla, ¿saben? Creo que cuando vas a un hospital, especialmente en ese sitio en el que uno está hablando con soldados y con gente que en algunos casos acaba de salir del quirófano, creo que en ese caso es algo que es genial usar”, explicó.
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Tras la reunión en el hospital, dijo desde la Casa Blanca que “es una gran cosa usar una mascarilla. Nunca he estado en contra de las mascarillas, pero creo que tienen un tiempo y un lugar”, sostuvo.
Informes de prensa divulgados esta semana indicaron que los asesores del Presidente prácticamente le rogaron que cediera y usara un tapabocas en público y se dejara fotografiar. Argumentaron que los casos de coronavirus se disparan en algunos estados y también porque Trump continúa por debajo del demócrata Joe Biden en las encuestas para la elección del 3 de noviembre.
Hasta ahora, Trump se había resistido al uso de la mascarilla por considerar que “da una imagen de debilidad” según dijo supuestamente en marzo a sus asesores, reportaron entonces algunos medios locales.
Trump ha defendido firmemente el manejo de la pandemia por su Gobierno, a pesar de que Estados Unidos es el país más afectado del mundo por la COVID-19, con más de 135.000 fallecidos, más de 60.000 nuevos contagios por día desde hace varias jornadas y sumaba más 3,2 millones de casos confirmados de la enfermedad según datos de la Universidad Johns Hopkins.