La Universidad de Pensilvania se disculpó recientemente por los pecados del doctor Albert Kligman. Se trata de un hombre de ciencias adscrito a UPenn que llevó a cabo inmorales experimentos. Usó como sujetos de investigación a hombres negros encarcelados de Filadelfia. Sobre el tema conocen las instituciones gubernamentales. De la Ciudad se aguardan palabras de disculpas. Estas no llegan. ¿Por qué ocultan al doctor Kligman?
Allen M. Hornblum ha comenzado una cruzada por lograr que la Ciudad redima a los afectados. Él es autor de numerosos libros sobre la historia de Filadelfia. Entre ellos: Acres of Skin y Sentenced to Science. Es un periodista y ex funcionario de justicia penal y organizador político. Escribió un material de opinión para The Inquierer en el que reavivó el tema.
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Precisó que la disculpa de Penn admitió el horror. El médico negó a sus sujetos de investigación “la autonomía y el consentimiento informado”. Un punto que la comunidad médica considera ahora como fundamentos para llevar a cabo una investigación ética”. El doctor Kligman poseía una cartera lucrativa de la línea de cosméticos Retin-A. La Universidad de Pensilvania recalcó que “tales prácticas no son ahora, y nunca fueron, moralmente aceptables”.
Por qué ocultan al doctor Kligman
Allen M. Hornblum precisó que han pasado “diez años de la muerte de Kligman”. Asimismo han transcurrido más de dos décadas después de que se descubrieran las gamas de sus prácticas de investigación explotadoras. Debido al tiempo es que cree que “ha llegado el momento de que la ciudad de Filadelfia se disculpe”.

Sin la aprobación de la ciudad, “Kligman y Penn nunca habrían podido utilizar el sistema de justicia penal de Filadelfia. Lo tomaron como complemento de su facultad de medicina, y un establo privado de sujetos de prueba baratos y disponibles”.
La falta de sensibilidad sobre el caso es la que crea la pregunta: Por qué ocultan al doctor Kligman. Probablemente se debe a la horrible historia que el médico experimental creó en la Ciudad del Amor Fraterno.
“Médicos y reclusos contratados por Kligman reclutaban a reos desesperados por dinero para que “vendieran un trozo de su piel”. Hornblum escribió que a cambio debían aplicarse diversas sustancias. Algunas se presentaban como “jabón inocuo, tinte para el cabello y medicamentos para el pie de atleta. Ingirieran un surtido de ‘píldoras dietéticas’. Se inyectaran ‘vitaminas’ y participaran en lo que se describía como estudios académicos rudimentarios. La recompensa de un dólar al día significaba un viaje al economato”. O bien “dinero para enviar a casa, el pago de un anticipo para un abogado”. “En algunos casos, dinero para la fianza”.
Experimentar en la turbiedad
De acuerdo a periodista Allen M. Hornblum el doctor Kligman “compartimentó gran parte de sus operaciones”. Dejó a los reclusos, e incluso a algunos médicos y técnicos, en la oscuridad sobre los experimentos. Trabajó “con drogas de fase I, también con isótopos radiactivos, dioxina y agentes de guerra química”. Se cree que “muchas personas implicadas no conocían el alcance de los intereses comerciales de Kligman”. Es posible que pudieran estar trabajando junto a un peligroso experimento con dioxinas y no tener nunca conocimiento de ello.

El columnista de The Inquierer calificó a Kligman como “consumado confabulador y empresario”. De allí que es interesante comprender por qué ocultan al doctor Kligman . El “científico” estaba abierto a cualquier entidad pública o privada que le ofreciera una recompensa económica. Se corrió la voz y el negocio fue bueno.
“Dow Chemical, R. J. Reynolds, Johnson & Johnson, el Ejército de Estados Unidos y docenas de otras empresas acudieron a la cita. Filadelfia se ganó la reputación de ser el lugar al que acudir si se necesitaba un ensayo clínico arriesgado”. Todos estos datos forman parte del artículo de opinión de Allen M. Hornblum.
Ya había antecedentes
Las disculpas de la ciudad son necesarias de acuerdo a la opinión de Allen M. Hornblum. Esto ocurrió mucho después del juicio de Nuremberg. El que llevó a tribunales a los médicos nazis. Esa Corte estableció diez principios para los futuros investigadores. Uno de ellos resalta increíblemente.
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“Un sujeto de pruebas debe tener “el libre poder de elección. Sin la intervención de ningún elemento de fuerza, fraude, engaño coacción… u otra forma ulterior de coacción o coerción… y debía tener el suficiente conocimiento y comprensión de los elementos del tema en cuestión como para permitirle tomar una decisión comprensiva e ilustrada”.
“En esto – protección de los presos – Penn y los administradores de las prisiones de la ciudad fallaron miserablemente”. Así concluyó Allen M. Hornblum.