El concierto de Khatia Buniatishvili en el Carnegie Hall el pasado 19 de octubre, fue una noche de virtuosismo y profunda musicalidad que dejó al público maravillado. El afecto de la artista por Nueva York fue evidente cuando expresó: “Te amo profundamente, verdaderamente, excepcionalmente, Nueva York”, después de su actuación, que fue recibida con una ovación de cinco minutos.
El recital, denominado Laberinto, presentó un repertorio diverso y el tema unificador, como sugiere el comentario filosófico de Buniatishvili, describiéndolo tanto metafísico como musical. Ella estableció paralelos entre la naturaleza laberíntica de la mente humana y los descubrimientos y desapariciones de civilizaciones y géneros, creando una conexión que invita a la reflexión entre la música y la experiencia humana.
El programa mostró las habilidades excepcionales y la profundidad emocional de Buniatishvili, con piezas que iban desde la “Gymnopédie No. 1” de Satie hasta la poderosa “Rapsodia Húngara No. 2” de Liszt. La interpretación de las obras de Chopin, incluyendo “Preludio en Mi Menor” y “Polonesa en La bemol mayor”, demostró su maestría en estas composiciones clásicas.
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Como propina, Buniatishvili deleitó al público con una versión transcrita de “La Javanaise” de Gainsbourg, mostrando su versatilidad y capacidad para cautivar con una amplia gama de estilos musicales.
El historial de Khatia Buniatishvili como pianista prodigiosa comenzó con sus actuaciones en solitario a los seis años; su recorrido internacional por reconocidos lugares, incluido el Carnegie Hall, han consolidado su reputación como una artista excepcional. Sus influencias, como el pianista húngaro Franz Liszt y el pianista ruso Sergei Rajmáninov, se reflejan en su excepcional técnica y habilidades interpretativas.
El concierto de Khatia Buniatishvili en el Carnegie Hall fue una noche inolvidable de exploración musical y profundidad emocional, que demostró su talento excepcional, versatilidad y profunda conexión con su audiencia.
Por: René Rincón