Adversarios. Así se mostraron ante toda la nación Donald Trump, presidente de los Estados Unidos y Nancy Pelosi, oradora de la Cámara de Representantes, quienes jugaron un papel estelar durante el acto político sobre el Estado de la Unión que reunió en el Congreso a todos los poderes constituidos.
La polarización política en la nación anoche tuvo rostros. El presidente Donald Trump dejó con la mano extendida a la legisladora por California que lleva la presidencia de la Cámara Baja. A la vista de muchos políticos comedidos, fue un acto de descortesía dejar con el saludo en la mano a la demócrata.
Nancy Pelosi luego de finalizada la jornada oficial, calificó a la pieza oratoria de Trump como un “discurso sucio” y fue la motivación que creó el impulso de romper la copia de papel de lo leído por el Presidente, como muestra de su desaprobación.
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La reacción de Pelosi frente a la carga retórica de Trump fue respondida de inmediato por la Casa Blanca, que a través de sus plataformas sociales remitió un comunicado oficial a la nación para hacer impacto contra la demócrata. La respuesta decía que “la líder Pelosi acaba de romper: uno de nuestros últimos aviadores sobrevivientes de Tuskegee. La supervivencia de un niño nacido a las 21 semanas. Las familias en luto de Rocky Jones y Kayla Mueller. La reunión de un miembro del servicio con su familia. Ese es su legado”, se apuntó.
Sin embargo Trump tiene en sus “arcas de las descortesías” atesorados varios pasajes interesantes. En 2018 bloqueó a la Reina Isabel de Inglaterra y en una supuesta muestra de poder –según los críticos- la ocultó con su figura durante una invitación real para la toma del té.
Un episodio incómodo también ocurrió con Ángela Merkel, primer ministro de Alemania, quien en una reunión pautada con Trump en el Reino Unido fue menospreciada cuando el estadounidense no la saludó y solo le indicó con el dedo que se sentara en demostración de superioridad.
No obstante estos dos episodios no lo transforman en un misógino, debido a que su ausencia de tacto y prudencia también han hecho blanco en otras personas que no gozan de su simpatía, en este caso el presidente de Francia, Emmanuel Macron. En 2017, durante las celebraciones de la Toma de la Bastilla, el Día Nacional, que se festeja el 14 de julio, el presidente Trump se limitó a saludar a los estadounidenses, sin presentarlos apropiadamente con el mandatario Macron, quien sólo les dio un apretón de manos.
La noche de la Unión
La polarización toma fuerza en la nación, con un expositor casi exclusivo por la acera de los republicanos, el presidente Donald Trump, y con más participantes del lado demócrata.
Durante al menos tres momentos en que los progresistas discreparon con las afirmaciones del Jefe de Estado, afloraron abucheos y las cámaras de televisión captaron la risa que el mandatario provocaba en algunas legisladoras.
Y fueron precisamente las “damas de blanco” las que sacaron un par de frases que Trump no tenía escritas, debido a que acudieron a la sorna y al sarcasmo para protestar contra las palabras que emitía el Jefe de Estado en el Congreso.
Era notorio, que en muchos pasajes de la oratoria que sacaban explosivamente de sus sillas a los republicanos pletóricos de aplausos para Trump, las integrantes del “escuadrón” y sus amigos de bancada fueran ricos en meta mensajes de desaprobación.
La fría venganza
Haber dejado la mano extendida a Nancy Pelosi iba a tener consecuencias. En muchas oportunidades la presidenta de la Cámara Baja aplaudió con sinceridad política a Trump, pero fueron muchas más las que sus aplausos resultaban una actuación en desmedro del discurso que de acuerdo a ella fue elaborado en una oficina de MAGA.
Justo tras el punto final de la pieza oratoria del Presidente, Nancy Pelosi tomó la copia en papel del discurso de Trump y la rasgó en dos pedazo mirándolo fijamente, mientras el mandatario se bañaba solo con los vítores de su propia gente.
Cuando más tarde le preguntaron por qué lo hizo, la líder demócrata respondió: “Fue lo más cortés que pude hacer considerando la alternativa”. Pelosi estaba visiblemente molesta no solo por el desdén de Trump, sino también por el contenido del discurso del Estado de la Unión, en el que pasó la mayor parte del tiempo sentada mirando los papeles.
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Durante su alocución, Trump atacó fuertemente a los demócratas, mientras calificó al gobierno de Barack Obama como la era del “agotamiento de la riqueza, el poder y el prestigio estadounidenses”.
Desde luego todos los lances son parte de la vendetta del neoyorquino, quien está dolido por haber sido incluido en la historia de la nación como un presidente llevado a un juicio político, sin importarle la seguridad partidaria que tiene de absolución.