Fue una noche impresionante. Controló la iracundia, fue tolerante a las burlas, aceptó algunos abucheos y todo el acto donde Donald Trump pronunció el discurso del Estado de la Unión fue percibido como una reunión proselitista más de la que lleva por nombre “Make America Great Again“.
Los analistas internacionales suponían que el mandatario estadounidense iba aprovechar con mayor tino estratégico, hacer visibles los avances que la administración ha hecho para la mejora del país. Sin embargo todos se notaron sorprendidos por un “Trump candidato” que fue menos que el deber ser: El Presidente del país hablando del Estado de la Unión.
En el mismo marco de promesas de campaña, Trump persistió en hacer blanco a los inmigrantes, y prometió una legislación para poner fin a la atención sanitaria que, según dijo, se le brinda de manera “gratuita” a los “extranjeros ilegales”.
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“Si vienes ilegalmente, ahora serás expulsado de nuestro país”, ha dicho Trump entre la algarabía y los vítores de los republicanos, para a continuación justificar sus ataques enumerando casos puntuales en los que algunos migrantes indocumentados cometieron a crímenes “a sangre fría”.
Trump ha criticado la política migratoria del Partido Demócrata, a quienes ha acusado de proteger a los inmigrantes ilegales, a los que ha relacionado con la proliferación de la delincuencia, las drogas e, incluso, los ataques terroristas.
Los éxitos económicos
Se suponía que abundarían los temas para presumir. Exactamente no fue lo que pasó del todo durante la noche del acto político más importante de la nación.
Trump sí expuso que con él al frente de la Casa Blanca la “economía está mejor que nunca”.
“Desde las elecciones, hemos creado 2,4 millones de nuevos empleos. Las solicitudes de desempleo han alcanzado su nivel mínimo en 45 años. El desempleo de los afroestadounidenses se encuentra en la tasa más baja jamás registrada y el desempleo de los hispanoamericanos también ha alcanzado los niveles más bajos de la historia”.
Trump tampoco dejó olvidar que, tal y como prometió hace 11 meses, el Gobierno ha llevado a cabo “la mayor reforma de impuestos y el mayor recorte tributario en la historia de Estados Unidos”, los cuales, ha dicho, “brindan un tremendo alivio a la clase media y las pequeñas empresas”.
“Las empresas no se marchan, ahora todos tienen una segunda oportunidad”, ha destacado el presidente estadounidense, quien durante los últimos tres años, ha asegurado, “ha destrozado el declive de la mentalidad derrotista” de Estados Unidos.
Misceláneos
Trump dejó claro que nuevamente la punta de lanza de su campaña seguirá siendo el muro, la barrera, o cualquier dispositivo que impida que todo lo malo de Centroamérica entre por la frontera sur.
El Presidente no perdió oportunidad para esparcir sus presuntos temores en torno al avance del socialismo en los Estados Unidos.
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Solo los republicanos durante los aproximadamente 80 minutos que duró la intervención, se pararon a aplaudir cada línea leída en el teleprónter con energía fanatista, mientras que los demócratas agitaban sus cabezas en señal de desaprobación.
Si hubo algunos momentos bipartidistas que celebraron junto, uno en especial que toca a Latinoamérica y lo constituyó el nuevo reconocimiento a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, una unción ya dada hace un año, pero que ha servido de poco para que los opositores en Venezuela defenestren de Miraflores a la tiranía.