Con la flexibilización de las normas de confinamiento y la reapertura de tiendas, bares y restaurantes en numerosas ciudades del mundo, los cubrebocas se han convertido en una prenda de uso cotidiano.
En Reino Unido y otros países de Europa, por ejemplo, muchas marcas de ropa ofrecen mascarillas de tela reutilizables en distintos modelos, patrones y colores, que hasta pueden combinar con la ropa.
Sin embargo, en las últimas semanas, un nuevo elemento de protección ha empezado a verse en las calles: se trata de un protector o pantalla facial de plástico transparente, que hasta poco solo era utilizado por personal sanitario o en ambientes médicos u hospitalarios.
A simple vista, estos escudos protectores se ven más cómodos que las mascarillas: al no estar en contacto directo con la nariz y la boca se hace más fácil respirar, hablar, dan menos calor y, definitivamente, son menos claustrofóbicos. Pero ¿son igual o más efectivos?
La BBC hizo un recuento de sus ventajas y desventajas.
Según un artículo de opinión publicado recientemente en JAMA, la revista de la Asociación Médica Estadounidense, estas pantallas tienen una serie de ventajas. «Son cómodas de usar, protegen los portales de entrada del virus y reducen la potencial autoinoculación, ya que evitan que el usuario se toque la cara», dice el texto elaborado por el doctor Eli Perencevich, especialista en enfermedades infecciosas de la Universida de Iowa, y otros dos investigadores.
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A diferencia de los tapabocas no hace falta quitárselas para facilitar la comunicación, pueden reutilizase indefinidamente si no están averiadas, y limpiase fácilmente con agua y jabón o desinfectantes comunes.
Como con la mascarilla, su uso solitario es insuficiente. Hay que adoptar una serie de medidas adicionales para realmente estar protegidos, como buena higiene de manos y seguir siempre, con el distanciamiento social como principal esquema de protección.
Las pantallas pueden cuidar más al usuario porque cubren los ojos, una de las principales vías de entrada del virus que las mascarillas faciales dejan al descubierto.
Si se usan, lo más importante a tener en cuenta es cuán lejos el protector se curva para cubrir las orejas, pues si queda un espacio los aerosoles podrían entrar por esa vía y provocar una infección, y qué tanto se extiende por debajo, porque sino llega a cubrir hasta debajo del mentón, se puede inhalar el virus.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), no recomiendan su uso en el contexto de la vida cotidiana o como sustituto para los cubrebocas de tela.
Pero en caso de que alguien decida usarlo sin una mascarilla debajo, debe asegurarse de que cubra los costados de la cara y se extienda por debajo de la barbilla.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció recientemente, en respuesta a una carta abierta publicada por más de 200 científicos, que hay cada vez más evidencia de que el coronavirus puede propagarse por estas pequeñas partículas suspendidas en el aire. Hay que tomar los cuidados cada vez más en serio.