Por primera vez en la historia cuando la llama olímpica ingrese el 23 de julio al estadio nacional de Tokio para dar inicio a las Olimpiadas, las gradas estarán vacías y las puertas cerradas.
La atípica ceremonia de apertura sin espectadores marcará así a las olimpiadas de la pandemia, pues temen una cuarta ola y el recrudecimiento del virus en Japón. Las autoridades del Comité Olímpico Internacional tomaron la drástica decisión después de escuchar a los expertos.
Justo cuando arriben más de 11.000 atletas al país del Sol Naciente, los sanitaristas nipones habrán decretado el cuarto estado de emergencia. Los 339 eventos pautados para 33 deportes y 50 disciplinas se realizarán bajo las más estrictas normas.
Esta vez los pospuestos Juegos Olímpicos que debieron realizar el año pasado, le abren sus puertas a cinco nuevos deportes. Permitirán la participación del béisbol tras haber sido excluido del programa olímpico después de Beijing 2008, así como también al karate, skate boarding, escalada y surf.
Antes del pistoletazo de salida, los médicos japoneses contienen el aliento frente a un escenario caótico. Temen que el evento en el lugar de celebración, se transforme en un foco de supercontagio y abra paso a una quinta ola de la pandemia.
Y es que más allá de una sana competencia, en las olimpíadas de Tokio hay algo más en juego y se llama dinero. Para la afamada empresa consultora GlobalData con sede en Londres, los grandes eventos deportivos generan millonarias inversiones en infraestructura. Tal vez por ello los países se pelean por albergar un evento de grandes dimensiones.
Además, el país anfitrión de la cita recibe millonarias ganancias por el consumo que realizan los atletas visitantes, las delegaciones y el público extranjero que los visita. Todo ello sin contar con los derechos de transmisión de los juegos.
Del mismo modo conviene agregar las hipermillonarias ganancias que dejan los patrocinios, suvenires, la industria alimenticia, hoteles, paseos y alquiler de vehículos entre otros.
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Sin embargo, en esta ocasión la pandemia no contribuye al crecimiento económico japonés. Desde el 23 de julio hasta el 8 de agosto los ojos de los fanáticos y de los sanitaristas estarán puestos en Tokio. El gobierno japonés tenía cifradas sus esperanzas en que los Juegos Olímpicos se convirtieran en una bomba de oxígeno para su economía pero el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, decretó a Tokio en estado de emergencia debido al aumento de las infecciones por la peligrosa variante delta.
Para cualquier deportista, el alma de las competencias son los fanáticos, pero la pandemia se encargó de echar todo por la borda. Ninguno de ellos se imaginaba recibir una medalla olímpica sin que alguien aplaudiera su esfuerzo. Tal vez alguna foto les permita después mostrarla con orgullo a sus hijos. Antes debe aclararles que participó en las históricas olimpiadas de la pandemia.
Los silenciosos juegos no estaban en los planes de nadie. Algunas atletas se alimentan de la energía que les proporciona la gradería. Ahora ellos tendrán que aprender a vivir y competir con el virus a sus espaldas.