Nadie podía creer que durante en su debut en la Summer League con los Oklahoma City Thunder, el súper delgado niño prodigio de la NBA destrozara a los Utah Jazz.
Chet Holmgren en apenas 24 minutos anotó 23 puntos, realizó siete rebotes, produjo cuatro asistencias y propinó seis tapones. Se convirtió así en el primero de la historia de la Liga de Verano en lograr al menos cinco tapones y anotar a la vez cuatro triples.
El número dos del Draft 2022 y con tan sólo 20 años, es catalogado por los expertos como un “unicornio”. Lejos de la NBA, un unicornio no es más que una criatura mitológica, pero en los tabloncillos este apodo se lo ganan aquellos jugadores que muestran talentos tan especiales, que son casi imposibles de reunir en un solo deportista.
Los críticos de Holmgren aseguran que le otorga mucha ventaja a sus rivales porque parece un fideo. Dicen que es un jugador nunca visto en la NBA: 2,13 de altura, 2,31 de envergadura… pero sólo 88 kilos de peso.
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Sin embargo, su debut tuvo más mérito si se toma en consideración que se enfrentó a rivales con una contextura física más importante y con casi 50 kilos de peso más. Es el caso de Kofi Cockburn (2.13 metros de altura y 133 kilos) y Tacko Fall (2.29 m. y 141 kilos).
Pocos dudan de sus cualidades, pero si vacilan con respecto a su físico. Sin embargo, los Thunder apostaron por él en el Draft 2022 a pesar de su peso, sus brazos y piernas que sus detractores afirman que se trata de “alfileres”.
Al concluir el encuentro contra los Utah Jazz, el alero nacido en Minneapolis, procedente de la Universidad de Gonzaga aclaró: “Sólo quería competir con ellos (Cockburn y Fall), no estaba tratando de involucrarme en peleas o enfrentamientos personales o tratando de probar algo en particular”.
Aunque algunos insistan en decir que Holmgren, el niño prodigio, no puede comprarse ciertos modelos de Nike porque no le lucen bien, lo cierto es que sus cualidades dibujan un techo ilimitado. La nueva estrella de la NBA recuerda que durante sus inicios lloraba después de los entrenamientos, pero siempre regresaba porque le gustan los retos.
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En sus inicios como jugador se lo paso en el banquillo durante horas. A los once años ya medía 1.88 m. Creció bajo la tutela de su padre, un exjugador universitario quien le transmitió los secretos del básquet. Después mejoró con esfuerzo y en el último año en la secundaria una treintena de universidades le seguían los pasos.
Ahora en la NBA el fideo Holmgren se abre camino en medio de un debate que parece inevitable. Se teme que su físico no aguante las extenuantes campañas de la liga. Pretender transformarlo y añadirle musculatura podría desnaturalizar sus habilidades innatas. Otros consideran que el talento y su envergadura siempre estarán con él.
Sólo el tiempo dirá hasta dónde podrá llegar el niño prodigio de Minneapolis. Por lo pronto es sólo un proyecto de estrella.