Un obispo católico crítico del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, denunció que las autoridades de salud del país le prohibieron crear centros de prevención médica y un centro de llamadas para orientar a la ciudadanía sobre las medidas de protección contra el nuevo coronavirus.
Los centros funcionarían en el departamento de Matagalpa, uno de los más poblados del norte del país centroamericano, bajo la dirección del obispo de la diócesis de esa región, Rolando Álvarez.
“El Minsa (Ministerio de Salud) me acaba de notificar que no puedo llevar adelante el proyecto de los centros de prevención médica, ni siquiera el Call Center” que buscaba informar y orientar a la población sobre el virus”, informó Álvarez a través de Twitter.
“El Minsa me acaba de notificar que no puedo llevar adelante el Proyecto de los Centros de Prevención Médica, ni si quiera el Call Center. Quiero dejar constancia ante el pueblo que nosotros como Diócesis quisimos trabajar por la salud de nuestro pueblo y no nos han permitido”.
— Monseñor Rolando José Alvarez L. (@DiocesisdeMat) April 5, 2020
Mientras la mayor parte de los países de la región y el mundo han llamado al confinamiento de sus habitantes como una medida para frenar el avance del COVID-19, el régimen de Daniel Ortega mantiene sus fronteras abiertas y las actividades públicas sin ningún tipo de restricción.
El prelado había anunciado horas antes de ser notificado de la prohibición, que tenía listo al menos seis centros médicos en el referidos departamento con el objetivo de orientar a los pobladores sobre la enfermedad.
“Quiero dejar constancia ante el pueblo que nosotros como Diócesis quisimos trabajar por la salud de nuestro pueblo y no nos han permitido hacerlo”, acusó el obispo que ha mantenido una línea crítica hacia el gobierno de Daniel Ortega.
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Según el Ministerio de Salud, en Nicaragua sólo hay seis casos positivos de COVID-19 y todos serían importados, de los cuales uno murió y dos fueron dados de alta.
Las autoridades aseguran que no hay contagios locales y han instado a la población a mejorar la higiene como medida de prevención a través de sus medios de comunicación y brigadas de salud que, según dice el Gobierno, han visitado a más de dos millones de hogares.
Pero a diferencia de otros países, el régimen nicaragüense mantiene abiertas sus fronteras, continúa promoviendo actividades públicas, festejos y ligas deportivas de fútbol, béisbol y boxeo. El sandinismo continúa sin tomar las medidas recomendadas por la OMS.
La actitud gubernamental ha sido criticada por sectores de oposición que desconfían de las cifras oficiales y llaman a la población a quedarse en sus casas para reducir los contagios.
Ausencia presidencial
Mientras el mundo está convulsionado ante la pandemia de la COVID-19, el presidente nicaragüense permanece ausente. La última vez que se vio a Daniel Ortega fue el 12 de marzo en una reunión virtual que tuvo con los presidentes de los países miembros del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), en la que conversaron sobre cómo enfrentar la pandemia de coronavirus.
La ausencia del presidente de Nicaragua genera dudas e incertidumbre en la población, en un momento en el que todos los gobiernos del mundo buscan tomar medidas y afrontar la crisis.
Todos los días, al mediodía, Rosario Murillo, vicepresidenta y esposa de Ortega, informa del avance del coronavirus en el país. Lo hace a través de los canales oficialistas y brinda pocos detalles.