El nombramiento de monseñor Nelson Pérez como el nuevo arzobispo de Filadelfia es percibido por la feligresía como una oportunidad para acentuar la cristiandad en ese lar tan densamente poblado de Pensilvania, donde cada día es más urgente “compartir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano”.
La noticia que la semana pasada elevó las tendencias en relación a los temas católicos en los Estados Unidos, tiene como epicentro al nuevo arzobispo de Filadelfia, monseñor Nelson Pérez, un sacerdote que retorna al suelo que vio sus primeras obras como ordenado y que guarda de él muy buenos recuerdo.
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La Diócesis de Filadelfia ya sabía de las bondades que el clérigo Nelson Pérez tenía para el pacer espiritual del rebaño a él encargado.
Su primera asignación después de la ordenación fue como sacerdote en la parroquia de Saint Ambrose, Filadelfia (1989–1993).
También se desempeñó como subdirector de la Oficina para católicos hispanos (1990–1993); como director fundador del Instituto Católico para la Evangelización (1993–2002); como pastor de la parroquia de Saint William, Filadelfia (2002–2009) y en igual rol para la parroquia de Saint Agnes, West Chester.

Y es precisamente en la parroquia de Saint William, al Noreste de Filadelfia, donde recientemente se han oído últimos los testimonios de júbilo por el nombramiento como arzobispo.
Catholic Philly
La obediencia apostólica y vaticana tiene en catholicphilly.com una eficiente vocería, espacio digital donde se recogieron testimonios del paso de monseñor Nelson Pérez por el Noreste de Philly.
“Filadelfia está en grandes manos”, se publicó en el portal, hablando después de la misa del primer domingo desde que el arzobispo Charles J. Chaput presentó a su sucesor en una conferencia de prensa el 23 de enero. El arzobispo Pérez será instalado en una misa el 18 de febrero en la Catedral Basílica de San Pedro y Pablo, donde fue ordenado sacerdote en 1989.
Varios católicos lo describen como un “un hombre real y genuino”, que a menudo se le podía encontrar rezando en la capilla de adoración perpetua.
Ronald Pleis, un feligrés de larga data en Saint William, dijo que “nunca había conocido a un hombre que estuviera más en paz consigo mismo”.
Pleis recuerda las primeras palabras que el ex-párroco dirigió a su congregación en el 2002.
“Dijo: ‘Esta iglesia estaba aquí antes de que yo llegara y estará aquí después de que me vaya'”, relató Pleis.
El ex pastor era “todo incluido,” dijo Pleis, sin importar el nivel de participación de los feligreses.

“No importaba si ponías todo tu esfuerzo en el plato de ofrendas o si no tenías nada; él te trataba de la misma manera,” aseguró Pleis.
Bueno en estos tiempos
En la oportunidad que Pérez atendía de Saint William, examinó que el vecindario circundante y la composición de la parroquia se volvían cada vez más diversos, entonces encontró una manera de “involucrar a todos” en los proyectos y eventos de la parroquia.
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El antiguo pastor era conocido por viajar fuera de las paredes de la parroquia para compartir comidas con su rebaño.
“A veces venía a tu casa”, aseguró un feligrés. “Le encantaba comer y tener compañerismo con nosotros”.