En días pasados cientos de migrantes salieron de la ciudad de Tapachula, al sur de México, con el propósito de llegar a la frontera con Estados Unidos antes de que asuma la presidencia Donald Trump, quien ha prometido deportaciones masivas en cuanto llegue al poder.
El grupo de aproximadamente 1.500 personas, partió de la citada localidad del estado de Chiapas, que es la puerta de entrada de migrantes que atraviesan México hacia EE.UU.
“Mi mentalidad es llegar, que me salga la cita antes de que él agarre (el poder)”, dijo a la AFP el colombiano Yamel Enríquez, en referencia a las solicitudes de asilo que los migrantes tramitan a través de la aplicación móvil CBP One, habilitada por las autoridades estadounidenses.
“Y si no me sale la cita antes que él agarre, me entrego a lo que Dios quiera”, añadió.
Con el mismo propósito se unió a la caravana la venezolana Zuleika Carreño. “Uno de los motivos por los que estoy caminando es eso, el miedo a quedarme en este lado (de la frontera con Estados Unidos) y que toda esta caminata haya sido en vano”, manifestó.
Trump prometió declarar el estado de emergencia en Estados Unidos y recurrir al ejército para llevar a cabo una deportación masiva de migrantes en cuanto asuma la presidencia el 20 de enero de 2025.
El republicano de 78 años, quien califica de “invasión” la entrada de migrantes sin visa por la frontera con México, advierte que será “la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos”.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha dicho que su Gobierno prepara un documento en el que resalta la contribución de los trabajadores procedentes de su país a la economía estadounidense. Muchas de esas personas permanecen en el país vecino en condición irregular.
Los migrantes suelen organizar este tipo de movilizaciones para presionar la entrega de documentos que les permitan avanzar por territorio mexicano sin temor a ser deportados.
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También lo hacen para ir acompañados y reducir el riesgo de sufrir ataques de delincuentes, pero en el trayecto se dispersan.
Estas movilizaciones están lejos de las masivas caravanas que alcanzaron la frontera norte en 2018, cuando Trump ejercía su primer mandato.